Siempre tuve curiosidad del muro que separa EE.UU. de América Latina. Así que allá fui. Y vaya que me encontré sorpresas. La primera, cruzar la frontera. De no ser por los controles de rigor, bajo un cartel que dice “MÉXICO”, daría la impresión de que se pasa un peaje desde Caléxico, la última ciudad de EEUU. Y se entra directamente al centro de Mexicali. O sea, se pasa prácticamente, de calle a calle.
Y Mexicali misma es la mayor sorpresa. La calidez de su gente rebasa cualquier pronóstico. Y la ciudad, pese a su corta historia (1898), da para mucho… Después de China, el lugar con la mejor comida china del mundo es Mexicali. Tiene cientos de restaurantes de comida china original, regentados por la comunidad china.
Los primeros chinos llegaron iniciando el siglo XX, cuando EE.UU. los expulsaba luego de haberles llevado a construir las ferrovías. En muchos pueblos del oeste de EE.UU. hubo manifestaciones violentas para sacarlos, textualmente, a patadas. Los chinos tuvieron que deambular, buscando su lugar. Ese es el origen de Kung-Fu, la serie televisiva de los setenta, protagonizada por un actor blanco, David Carradine, también para excluir nada más y nada menos que a Bruce Lee, quien terminó rechazado no solo por la serie sino por Hollywood, precisamente por ser chino… Así fue que muchos terminaron en Mexicali, en “La Chinesca”, barrio donde se asentaron y que alberga sótanos gigantes donde se escondían para no ser expulsados nuevamente. Hoy la comunidad china es un pilar económico de la región con una clara impronta cultural. Tanto, que la comida típica de Mexicali es china.
Pero Mexicali es más. La infraestructura universitaria podría envidiarse en muchas ciudades latinoamericanas. Y tiene una activa vida intelectual y cultural. Precisamente estos días se celebra la Feria Internacional del Libro de la Universidad Autónoma de Baja California.
Así que el famoso muro es lo último que uno necesita ver en Mexicali. Esas barras oxidadas, que estaban mucho antes que Trump, recuerdan lo rancio de las fronteras: cicatrices territoriales para separar. Pero la cultura no entiende de fronteras y los fundadores de Mexicali y Calexico parece que lo tenían claro; combinaron en ambos lados los nombres de México y California, uniéndolos para siempre. Como el Ying y el Yang, opuestos complementarios. Si los políticos entendieran más de eso, otro sería el cantar. Pero eso parece imposible, visto lo que ocurre hoy en el mundo.