Melodrama latinoamericano

A los latinoamericanos nos encanta el melodrama. La prueba de ello es que hasta las pésimas telenovelas nos hacen llorar y tratar de reescribir el guión para que todo termine pronto  en felicidad. Ello nos confunde ante una realidad difícil de sobrellevar. El sistema que hemos escogido como tabla de salvación es el más cómodo y engañoso: la política, pues sus líderes, desde todas las posiciones políticas, tratan de tener el poder, todos democráticamente, pero algunos también con votos pero para siempre, con las secuelas conocidas de opresión y pobreza.

Lo innegable es que fallan los líderes, unos por su fanatismo, como los Castro y Chávez, y otros por su falta de preparación, aunque les sobre astucia. En Argentina, dejando pasar todas los errores populistas de Fernández, la opinión púbica se ha cebado en un discurso del presidente, quien dijo que los brasileños descienden de la selva y los argentinos de los barcos, canción de un rockero, que afirmó es frase de Octavio Paz, que dice: “Los mexicanos descienden de los aztecas, los peruanos de los incas y los argentinos de los barcos”. Tal equivocación ha indignado a muchos, por lo que Fernández ha pedido disculpas y  convertido el tema en un melodrama.

Maduro conversa con un pajarito e invoca al Hermano Gregorio para sostenerse en el poder, entre otras intervenciones que demuestran su escasa formación intelectual, que nadie le exige, pero que es más evidente en un mandatario impugnado por buena parte de la comunidad internacional; mandatario que ha puesto en fuga a cinco millones de sus paisanos por la miseria, desempleo y abusos de su gobierno.

Ortega y Murillo, ajenos a una actividad democrática, acuden a santeros y oraciones para, al más puro estilo de los criminales Somoza,  gobernar con su poco saber y entender. Perú recibirá pronto la medicina que ha elegido: un presidente improvisado, comunista, cuya única distinción es utilizar un tradicional sombrero. Doctrinariamente poco conocedor de Marx o Lenin, pero cercano a su mentor el senderista Cerrón, fiel discípulo  de Abimael Guzmán, preso por sus crímenes.