Quemeimportismo

Matías Dávila

¿Cuál será el porcentaje de las personas a las cuales les importa la política en el Ecuador y la entienden? Por ‘entender’ me refiero no solo a creer que lo saben, sino a tener los datos que den aval a ese conocimiento.

El gran negocio de la política es hacerla maniquea, es decir, fabricar un teatrino macabro, donde solo caben dos opciones: nosotros y los malos. No importa de qué lado estés, el titiritero se encargará de darte los argumentos para que no seas capaz de ver ningún acierto en la otra candidatura, porque al hacerlo, eso ya te convierte en malo.

Al manipulador, o al ‘estratega’ —si te suena menos ofensivo— que está detrás, le incomodan los grises. Todo quiere que lo veas en blanco y negro. Exacerba los errores de su oponente y minimiza los suyos.

Sen Tzan, un maestro chino del siglo VIII decía: “Si quieres que la verdad aparezca clara frente a tí, nunca estés a favor o en contra, porque esa lucha es la peor enfermedad de la mente”. Si estas palabras te incomodan y ya me etiquetaste en uno de los dos lados, eso se llama ‘sesgo de confirmación’. Cuando tratas de entender un mundo bipolar, donde no hay más alternativas, y todos tenemos que calzar en uno de esos dos lados, tu cerebro ya está tomado por el titiritero. Ya no tienes capacidad de análisis y te convirtieron en una marioneta… no importa lo libre e independiente que supongas que eres. Crees que todos los que no pensamos como tú estamos en tu contra, eso es lo que está logrando un grupo de comunicadores y sociólogos que están detrás de cada intervención de tu candidato, que están detrás de su vestimenta, de la modulación de su voz, de los trolls que ocupan para desinformarte. De eso se trata este negocio que mueve miles de millones de dólares. No son dos posturas políticas las que nos estamos jugando, son enormes negocios para ambos lados… ah, de eso y solamente de eso no te van a decir ni una sola palabra.