¿Barcelona o Emelec?

Martín Riofrío Cordero

 El fútbol nos apasiona. Casi siempre, cuando haces amigos o conversas con alguien sobre temas de interés general, surge la pregunta: ‘‘¿De qué equipo eres?’’. En mi caso, como quiteño que vive en Guayaquil  -18 años ya-, la pregunta frecuente es: ‘‘¿Barcelona o Emelec?’’. Yo sonrío cuando me lo dicen. Sonrío, sobre todo, porque sé que mi interlocutor no se espera lo que le voy a responder.

–No, pana -digo-. Yo soy del Quito.

Sorpresa. Luego, las risas.

Que cómo voy a ser del Quito, si vivo en Guayaquil. Que cómo voy a ser hincha del Quito, si a estas alturas de la vida yo ya soy más guayaco que serrano.

Yo cuento mi historia. Toda mi familia es de la Sierra, y desde chiquito, el primer equipo que recuerdo, desde que tuve uso de razón, es el Deportivo Quito. Eso, añadido a la pasión que mi tío Jorge me inculcó por el fútbol y por el equipo, han hecho que, además de sentir los colores de la AKD, la tradición de ser del Quito represente en mi vida el vínculo con mi familia. Un cable a tierra.

Hoy, el Quito juega en la Segunda B, y no me es posible seguir todos los partidos como antes. Ya no los pasan por televisión, y además, estoy lejos. La caída de la institución ha sido producto de malas administraciones pasadas. Dirigentes que, irresponsablemente, dejaron al equipo al borde de la ruina.

En España está surgiendo un movimiento importante. Colectivos de aficionados a equipos como el Valencia o el Levante, piden que los clubes de fútbol pasen a ser bienes de interés cultural. Esto significa que, en caso de lograrlo, los equipos pasarían a tener la protección del Estado español. Se protegería a los equipos tradicionales como se protege a una estatua o a un monumento histórico. Incluso, en caso de ser víctima de malas administraciones, el Estado podría expropiarlos, con el fin de evitar su desaparición.

Esto es algo que se debería comenzar a pensar en el Ecuador. En la presentación del Independiente del Valle, todos quedaron perplejos por cómo la hinchada del Quito llenó el estadio. El visitante jugó de local.

Además del Quito, hay otros equipos que también representan una fuerte tradición y que están viviendo momentos complicados. El Nacional, por ejemplo. Otro grande del fútbol ecuatoriano. El bi-tri-campeón, que durante muchos años, fue de entera administración de los militares. Otro caso curioso es el del Espoli, que aunque si bien no tiene el apoyo ni la acogida que tienen los anteriormente mencionados, es el equipo de la Policía.

El fútbol es un fenómeno social. Es lo único que une a todos los sectores de la sociedad, y también, los confronta. Y como tal, es importante, en este caso, que las Fuerzas Armadas, a veces distantes con  el pueblo, tengan su representación en el deporte.

Cada partido es una fiesta popular.

El fútbol es así.

‘‘La pelota no se mancha’’, dijo el Diego.