Mandela para los candidatos

Ana Changuín Vélez

Muy pocos individuos logran trascender e incidir en procesos históricos en el mundo. Nelson Mandela es definitivamente uno de esos personajes. Sin su intervención, el terrible régimen de segregación racial del apartheid en Sudáfrica no hubiera terminado, situación que pudo desencadenar una guerra civil en el país. Después de pasar tres décadas en prisión, Mandela logró reconciliar a una sociedad dividida y avanzar hacia un modelo de país en el que todos, independientemente de su color de piel, tuvieran los mismos derechos. Cualquier persona en su posición hubiera acumulado odio, rencor e incluso deseos de venganza; no fue su caso.

Hoy 18 de julio se conmemora el Día Internacional de Mandela, una fecha que nos convoca a reflexionar sobre el potencial de cada ciudadano para generar grandes cambios a través de acciones sencillas y cotidianas. Podemos promover la igualdad y la justicia en dinámicas familiares y comunitarias, demostrar empatía y compasión en nuestras relaciones, fomentar el diálogo y la reconciliación con aquellos que tienen opiniones diferentes, participar y respetar el activismo social, sin subestimar ninguna causa, por más pequeña que parezca.

También pienso en las Elecciones Anticipadas del 20 de agosto y cómo los valores de Mandela podrían inspirar a quienes dicen tener las credenciales para dirigir el país. Aquí propongo algunas claves del pensamiento de Mandela para los candidatos:

Liderazgo basado en la reconciliación: reconocer y abordar los conflictos latentes en una sociedad diversa y pluricultural como la nuestra, buscando la unidad y la resolución pacífica de diferencias. Compromiso con la justicia y los derechos humanos: con políticas y leyes justas e igualitarias, garantizando el respeto de los derechos fundamentales de todos los ciudadanos. Empleo de la diplomacia y la negociación: buscar el diálogo y el consenso en la toma de decisiones, priorizando el bienestar de todas las partes involucradas. Liderazgo ético: actuar con honestidad y transparencia, ejerciendo el poder de manera responsable. Empatía y compasión: demostrar una genuina preocupación por las necesidades y dificultades de los ciudadanos, especialmente de los más vulnerables. Persistencia y resiliencia: afrontar los desafíos y adversidades con determinación, trabajando incansablemente por objetivos nobles y beneficiosos para la sociedad.

Si bien algunas de estas acciones pueden desarrollarse con buenas intenciones, es indudable que se requerirá de grandes cualidades de la persona que aspira ser el próximo Presidente de Ecuador. Por tanto, debemos ir más allá del TikTok, los bailes y la chabacanería, e intentar evaluar con seriedad cuál de los ocho candidatos que integran la papeleta presidencial, podría poseer la capacidad y la bondad necesarias para gobernar con éxito una nación. Está claro que la elección de un líder debe basarse en su experiencia, competencia, integridad y compasión, en lugar de meros aspectos de popularidad.