Los deportistas y sus orígenes

Pablo Escandón Montenegro

Vi la declaración de ‘Dibu’ Martínez, el portero de la selección argentina, al recibir el premio al mejor guardameta del mundo en este 2022. Sus héroes son sus padres: esa madre que durante todo el día limpiaba edificios y su padre que hacía maromas financieras para cubrir deudas. Similar historia es la del Ángel Di María, que ayudaba a su padre a enfundar carbón.

Y es que el fútbol, para mucha gente, es una tabla de salvación, no solo económica, sino realmente de vida, pues les ofrece esperanza y espacio para crecer y lograr sacar de la miseria a la familia. Pero todo eso tiene que ir de la mano con la educación.

Un futbolista tiene que ser como Carlitos ‘El Demoledor’ Tenorio, por poner un ejemplo nacional, de surgimiento, de preparación, de saber invertir lo ganado y de saber comunicarse, pues él es un paradigma de lo que debe hacer un futbolista: crecer deportiva e intelectualmente.

Lo mismo sucede en otros deportes: Richard Carapaz es otro ejemplo de superación y entrega total a su familia. Todos hemos sido testigos de cómo venera a su madre y a su padre, cómo regresa cada año a su Carchi para entrenarse, para no desligarse de sus raíces.

El deporte profesional es un trabajo más dentro del mercado. Hay quienes pedalean, hay quienes patean un balón, hay quienes le pegan a la pelota con una raqueta, y hay quienes hacen de su afición un oficio, una profesión y una forma de vida que los enriquece espiritual y también económicamente, pero cuando son más lo primero, se convierten en ídolos. Los demás son profesionales como un abogado o un contador.

Pero quienes son en esencia deportistas de cuerpo y espíritu nunca abandonan sus orígenes, ni a los suyos, ni sus espacios vernáculos. Como dice el vals peruano: “…vuelven a la tierra en que nacieron”. Y su éxito radica en ese contacto permanente con su pasado.

El deporte es la salvación de un ser humano, cuando se interioriza esa práctica como una liberación espiritual y no solo como un trabajo más. Por eso hay ídolos deportivos que siempre permanecen eternos, y sus triunfos económicos son también de gozo popular, pues los seguidores nos sentimos satisfechos con su triunfo, como una gloria frente a la desigualdad, un gol a la miseria y un pedaleo al futuro.

Los verdaderos héroes deportivos, siempre vuelven al primer amor: sus padres.