Un cambio radical

Lorena Ballesteros

Si les suelto el nombre de Sergio Juárez Correa seguramente no les dice nada. Así que antes de introducir al personaje les voy a inducir a que vayan al cine a ver “Radical”, la película protagonizada por Eugenio Derbez y que está inspirada en la historia de un profesor en una escuela rural en Matamoros, México.

Matamoros podría ser cualquier ciudad marginal en las provincias de Esmeraldas o Manabí. Pobreza, delincuencia, corrupción son preceptos que rigen en dichas zonas. El daño colateral: los niños. Esos niños van a la escuela. Unos lo hacen por obligación; otros porque ven en ella su tabla de salvación.

Lo doloroso es que esos niños, que por distintas razones acuden día a día a clases, tienen pocas probabilidades de salir de la mediocridad. ¿Por qué? Porque el sistema es mediocre. Porque los profesores son mediocres. Porque sus padres son mediocres. Porque todos se han rendido ante la cruel realidad de su entorno. Una en la que los presupuestos estatales no se cumplen. En que los laboratorios de computadores son desmantelados por la delincuencia. Y los maestros se dedican únicamente a cumplir la malla curricular, sin dejar una huella positiva en sus alumnos, sin enseñarles a pensar, a creer en sí mismos, a soñar.

Por eso, cuando Serio Juárez Correa llegó a esa recóndita escuela de Matamoros, llegó para evolucionar. O bien dicho, para revolucionar la educación en su aula. Para desbaratar el sistema. La historia de Sergio es la de un maestro que con escasos recursos consiguió que una de sus alumnas tuviera el puntaje más alto en la prueba Enlace de México. Una niña que salió en la portada de la revista Wired, en 2013, como un prodigio de las matemáticas. Un profesor que hasta la fecha tiene un propósito: cambiar vidas.

La educación es la manera. Es la vía al desarrollo, a la erradicación de la pobreza, a la disminución de la delincuencia. Y aún así, su sistema sigue siendo obsoleto. Todo ha cambiado, menos la educación. Y es por eso por lo que “Radical” llama a esa transformación. La película es una dosis de inspiración. Es un grito de auxilio para salvar a quienes nos podrán salvar mañana: los niños.

Estará aún en cartelera. Es importante que la vean, sobre todo, quienes están vinculados a la educación. Profesoras, maestros, orientadores, talleristas, parvularios, directivos… déjense contagiar por la magia sencilla de Sergio, por su buena voluntad y su capacidad de anteponer las necesidades de los niños por encima de las suyas y del sistema.