¿Qué tienen en la cabeza?

Lorena Ballesteros

En momentos siento que en la transición del confinamiento a la ‘nueva normalidad’, producida por la pandemia del Covid-19, se normalizaron ciertas conductas o dinámicas que antes los padres de familia desaprobaban. Entre esas la del consumo de alcohol en adolescentes. Escucho con asombro las historias de personas que tienen hijos entre 14 y 17 años que dan la batalla por perdida: “a esta edad ya todos toman en las fiestas”. ¿Cómo se puede bajar los brazos cuando la familia debe ser el pilar fundamental de los valores y principios de la educación?

Es por eso que me sorprende de sobremanera cuando madres y padres, de un contexto socioeconómico medio alto, de una clase social educada en escuelas y colegios privados, con posibilidad de informar a sus hijos sobre los riesgos del consumo de alcohol, deciden que es mejor propiciar a que tomen para que “lo hagan bajo su supervisión, antes que en lugares desconocidos”. Esa premisa es una infamia. En primer lugar, porque son menores de edad y su relación con el alcohol no debería iniciarse hasta que cumplan la mayoría permitida. Evidentemente, cumplir normas y leyes no nos caracteriza como sociedad. En segundo lugar, porque el alcohol es una droga, es un tóxico nocivo para la salud. ¿Cómo pueden los padres darles bebidas sin discreción a un grupo de chicos de 14, 15 o 16 años?

Hace algunos meses escuché a un grupo de mamás que hablaban sobre sus hijos de 17 y 18 años. Decían, “llegan tomados a las 3 de la mañana y uno tiene que esperarles con comida lista, porque ni modo que se vayan a dormir con el estómago vacío”. ¡Yo casi me caigo como Condorito con aquel comentario! Claro, los chicos ahora ya no temen llegar borrachos a sus casas, porque no solo que mamá no les regaña, sino que les espera con el hot dog listo, el vaso de agua y las dos aspirinas para evitar la resaca del día siguiente. Imagino que además les permiten dormir en absoluto silencio sin que nadie perturbe su descanso para que se levanten frescos como lechugas, quizás listos para la siguiente fiesta. ¡¿Qué tienen en la cabeza?!

Como nada es absoluto en la vida. También sé que hay muchas madres y padres que no aprueban este tipo de comportamiento. Que ven el alcohol como un paso a otras drogas, como un camino a la mediocridad y la irresponsabilidad. Es importante que nos unamos como sociedad y que no tengamos temor en alzar la voz y condenar el consumo entre menores. Como en los gobiernos, estas son medidas impopulares, de esas que harán que madres y padres dejen de ser ‘cool’ en el círculo social de sus hijos. Pero, es preferible ser impopular que luego lamentar el futuro de nuestros jóvenes.