¿Héroes o villanos?

Lorena Ballesteros

Ya lo decía mi profesor de Ideas Políticas, de que todo en la vida es relativo. Todo es relativo a la circunstancia en la que se presenta. Para muestra, un botón. En octubre de 2019, cuando Ecuador se vio golpeado por el paro nacional, la Policía y las Fuerzas Armadas se convirtieron en los enemigos de la sociedad civil. Ante la mayoría, su proceder interfería con la libertad de expresión. Se los acusaba de abuso de poder. Fueron insultados, muertos, sepultados…

En ese entonces, los poderes del Estado se convirtieron en los principales enemigos de los ecuatorianos, especialmente el Ejecutivo. Su falta de acción, sus contradicciones, su falta de liderazgo salpicaron ineludiblemente a las fuerzas del orden público. Lo mismo sucedió en el siguiente paro nacional, en junio de 2022. ¡Policías villanos! Pocos respetaron su presencia en las calles. Al contrario. Los abuchearon, apedrearon e insultaron.

En ese entonces, el Estado de Excepción solo sirvió para exacerbar el ánimo caldeado de la población. Se lo tomó como una manera de callar la voz del pueblo. Una respuesta que solo conseguía enfrentar a dos partes de un mismo bando.  A pesar de los desmanes ocasionados, de los actos de vandalismo y delictivos de ese entonces, policías y ejército recibieron un rechazo rotundo.

Sin embargo, en 2024, las fuerzas públicas han restituido su papel de villanos por el de héroes. Esto sucede porque ahora el enemigo es otro. Es un enemigo común y muy temido. Un enemigo que ha conseguido aterrorizar a todos los ecuatorianos. Uno que nos mantiene resguardados bajo siete candados. Uno que se aprovecha de la oscuridad para bloquear vías y llevarse a personas inocentes. Uno que se toma barrios de la Costa para someter a sus niños y jóvenes. Uno que impide que el comerciante abra su negocio con tranquilidad. Uno que se aprovecha del hambre, de la falta de empleo, de la ignorancia, de la desunión y de la falta de institucionalidad del país.

Ahora que el enemigo es otro, las Fuerzas Armadas y la Policía han podido ejercer sus funciones sin interferencias. Evidentemente su función no ha terminado y no terminará al finalizar los 60 días del Estado de Excepción. Seguramente tardará años en conseguirse. Pero que, para alcanzarse, requiere de consensos, de unidad y de respeto a los decretos y leyes dispuestas. Más que nunca los ciudadanos debemos respetar lo que se disponga, siempre y cuando se respete la Constitución y la democracia.

De momento vivimos en una tensa calma. Una calma que les debemos a esas fuerzas del orden y a la agilidad de respuesta que ha presentado el presidente Noboa. Hay una tensa calma también en los poderes del Estado. Una tensa calma, frágil y débil. Por el bien de todos, ¡qué se fortalezca! Y que nos unamos para hacerle frente al crimen organizado, porque ahí está identificado el verdadero enemigo.