¿La vieja confiable?

¡Qué mejor regalo para Lasso en Ecuador y Castillo en Perú que la coincidencia de estos momentos álgidos de sus presidencias con la fecha de eliminatorias para la clasificación al Mundial de Qatar! Y es que el fútbol, aunque parece permanecer ajeno a la política, siempre es una buena llanta de emergencia para que la ciudadanía, así sea momentáneamente, mire a un lado frente a lo verdaderamente importante en el debate social. En el caso ecuatoriano, el “sí se puede” llegó cuando los medios reportaban incontables escenas de crímenes en todo el país (con especial énfasis en Guayaquil) y los niveles de contagio se encontraban en números rojos. En el vecino Perú, la cosa tampoco iba muy bien; todo apuntaba a que el gabinete volvería a agrietarse y que el presidente se vería obligado a reconstruir su gobierno por tercera vez en seis meses.

Momentos difíciles para ambos presidentes; sin embargo, recurrieron a la “vieja confiable”: el fútbol. Cuando inicialmente el Comité de Operaciones de Emergencia Nacional (COE) dispuso que el partido contra Brasil se jugara sin público, como medida de prevención de contagios, tan solo hizo falta que el presidente Lasso pidiera (medio en voz baja) que se “reconsidere” dicha decisión. ¿Qué pasó? El COE se echó para atrás y decidió que se jugara con el 50% de aforo. Mientras tanto, en Perú, cuando se había autorizado un aforo del 50%, ante la presión de autoridades locales y nacionales, el Consejo de Ministros modificó la decisión y aumentó el aforo ¡hasta el 70%!

Es sencillo, el fútbol roba tanto nuestra atención que la demagogia, sin importar aforos o medidas de bioseguridad, dispone cualquier cosa para satisfacer la euforia colectiva. Lo preocupante del caso, más allá de la maniobra de distracción, es que el COE entre en el juego político y logre desbloquear un nuevo nivel de incoherencia. Por eso, ¿qué le pedimos al COE? Nada muy difícil: que recoja y recopile datos que sirvan de sustento técnico para sus decisiones, que garantice y mantenga el acceso a la información, que actúe de forma descentralizada y en coordinación con las dependencias locales, que movilice a su personal y coordine eficientemente a nivel interinstitucional. En definitiva, que sea un órgano coordinado y maduro de los riesgos y emergencias nacionales. ¿Es mucho pedir?

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@ItaloSotomayor