La riqueza marina

Eduardo F. Naranjo C.

Los pueblos poco organizados facilitan que otros aprovechen sus recursos naturales. En el caso de nuestra riqueza marina de las 200 millas, China vio su oportunidad. Ofreció mercados a  cambio de la renuncia del dominio del mar, tema que el activista Marcelo Larrea viene denunciando, y al que se han sumado juristas y líderes de varias organizaciones.

Por el desconocimiento que hay sobre la Convención del Mar (Convemar), Larrea promociona numerosos eventos de análisis para que se conozca ventajas y desventajas de este tratado, al que calificó de “etnocidio” por la afectación a los pescadores artesanales y al sistema marino. Sin embargo, no logra hasta el momento suficiente apoyo político para denunciar el tratado.

Quienes tienen interés en el mercado chino y asiático son un contrapeso. Así las cosas, estamos frente a un escenario donde unos activistas demuestran las desventajas de controlar solo las 12 millas náuticas, pero otros intereses presionan por las supuestas ventajas para el país.

Lo cierto es que, si no hay solidez política en el país, con gente ética versada en estrategias económicas y sociales que puedan guiar decisiones, estamos en manos de charlatanes de verborrea inocua que convencen a los votantes presentándose como  solución a los problemas del día a día. Así vamos por un camino de final incierto.

Si desde la escuela no se enseña a la ciudadanía a valorar la riqueza del país, seguiremos en un continuo y decadente estado de caos social y económico, donde solo los ‘vivos’ se llevan todo y el resto se queda en la tardía queja.

En la educación radica toda la estructura mental de un país. Requerimos maestros de excelencia, con habilidades en el uso de la tecnología, que transmitan valores, conocimiento y habilidades a niños y jóvenes para que, en el mediano plazo, puedan transformar la decadente política nacional.