La reina y el caníbal

Sentimientos de sentida congoja generó el fallecimiento de Isabel II, a los 96 años de edad y 70 de reinado. Realmente, uno de los personajes más notables de la historia mundial. Sobre su personalidad y realizaciones, se escribirán biografías para la admiración y el ejemplo.

En contraste, hay otros seres que denigran a la especie humana, cual el caso de Idi Amin Dada (1925-2003), uno de los déspotas más depravados de África, que oprimió a Uganda entre 1971 y 1979. Se calcula que asesinó a unas 300 mil personas, mediante pelotones de ejecución que acabaron con tribus enteras.

Este sujeto, al que por su crueldad se le calificó como ‘Calígula africano’, medía cerca de dos metros y pesaba como un gorila, según la versión de quienes le conocieron; afirmaron que practicaba la crueldad extrema, llegando al canibalismo. Transmitía por cadenas televisivas la decapitación de sus enemigos. Admiraba a Hitler. Se hacía trasladar sobre su trono, que llevaban hombres blancos que esclavizó. Su megalomanía hizo que este dictador despiadado, excéntrico, alucinado por el poder total se autodenominara ‘presidente vitalicio de Uganda’, ‘emperador y rey de reyes de África’, ‘señor de las bestias de la tierra y los peces del mar’, ‘conquistador del Imperio Británico’, mariscal de campo, doctor, profesor y más títulos académicos, ‘pretendiente al trono de rey de Escocia’, entre otras ocurrencias desenfocadas.

Sus comportamientos demenciales, insolencias o torpezas llegaron al límite cuando se atrevió a escribir a la Reina Isabel II de Inglaterra cartas declarándole amor eterno; en una de ellas, le expresó: “Deberías venir a Uganda si quieres conocer a un hombre de verdad”.

Escribo este artículo con máximo respeto a la reina magnífica y repudio al sátrapa cuyo primitivismo y audacia asombran.