La política indigna y aburre

Borges la define mejor: “La política es una de las formas del fastidio”. En la vida diaria todos hablan y critican la política del gobierno, de la oposición y hasta del mundo. Los interesados individualmente por la política intentan defender a sus líderes y anatemizar a los que no coinciden con aquellos, así sean ignorantes, incompetentes o corruptos. La conclusión es que las opiniones políticas son lo más superficial que se tiene, fruto de lo conocido en las redes sociales, en los periódicos, en las farras y de mentirosos que con énfasis aportan noticias deleznables.

Pero no se puede ser ciego a evidencias que afectan al país, su futuro y la triste posibilidad de quienes no creen en el país- que es no creer en el ser humano- porque dizque somos un país condenado al fracaso, a la miseria y al crimen organizado (narcotráfico) y desorganizado (correísmo).

La solución para algunos exaltados es “que se vayan todos” incluido el presidente de la República y que se convoque a nuevas elecciones, aunque la Constitución Política no contempla esta alternativa. Nuestra memoria es frágil, aunque es lo único que tenemos, pues tales ensayos, “golpes de Estado”, militares en el poder, triunviratos, han sido un fracaso en el Ecuador que, al poco tiempo, demanda -una vez recuperada la razón- elecciones, vida democrática, con la esperanza de algo mejor.

Con poca conciencia algunos exigen gobiernos de izquierda radical, entre populista y marxista. Cuando a la vista está que los derechos humanos son letra muerta en países como Cuba, Venezuela, Nicaragua, además que se han conculcado libertades económicas, sociales, religiosas y en esas naciones inevitablemente ha llegado la ruina. En tales países y los que terminaron en el pasado (URSS y satélites), poco se respetó al pueblo y su opinión (elecciones amañadas, regímenes policiales); la violencia la ejercieron y la ejercen “sus capos” y la igualdad económica fue la pobreza per cápita, salvo la de sus jerarcas.

Nuestros mayores enemigos reconocidos son el narcotráfico, las votaciones emocionales, la falta de serenidad y la total indiferencia ética.