La historia no termina

Manuel Castro M.

En el Ecuador vivimos una crisis, por el avance del narcotráfico, el crimen organizado, la inseguridad, el desempleo y lo mucho que nos separa del primer mundo. Época difícil no tan nueva; es cuestión de ver nuestra historia pasada y cómo hemos avanzado, gracias a nuestra gente, auténticos líderes, insignes luchadores sociales, mujeres extraordinarias. Claro que hay mucho camino que andar, pero no es cuestión de ser optimista u pesimista, que son términos inventados en los dos últimos siglos. Borges dice:  “A todos nos  ha tocado vivir las épocas más difíciles”. Hay que reencontrarnos con la realidad.

Una causa de la crisis es que la mayor parte de países carece de buenos gobernantes, por sus limitaciones políticas, falta de liderazgo, malos acompañantes, ambiciones desmedidas de poder y dinero. Los políticos actuales por llegar al poder hacen lo que el pueblo quiere, cuando a éste deberían guiarlo y tener en la administración a los más aptos. Es un mal de la época; no hay un Churchill, un De Gaulle, una Thatcher, una Merkel. Queda a la juventud atender los grandes ejemplos del pasado y encontrar verdaderos líderes, que sean innovadores, emprendedores y defensores de la libertad.  La historia no termina.

En nuestro país hay inmovilidad. Las manifestaciones callejeras son movimientos inanimados por infructuosos. La verdadera movilidad es emprender nuevos desafíos. No es suficiente sólo el talento. “El trabajo duro es parte del talento”, dice  el ruso Kasparov, excampeón mundial de ajedrez y gran luchador  por la democracia.

Hay gobernantes, exitosos en muchos campos, pero su naturaleza y poca experiencia no están para   menesteres políticos. Lo lamentable: entre los gobernantes antidemocráticos, totalitarios, enemigos de las libertades, están los peores por su mediocridad — Maduro, Ortega, Diaz-Canel—. Otros populistas son de cuidado, como AMLO o Petro—, y además están los belicistas —Putin, Kim Jong-un, el aspirante Trump—.

Finalmente los vivos de la película, con partido único, con escasas libertades: lo chinos, a los que, mientras el mundo se desangra, sólo les interesa  su estabilidad económica. Lo difícil es mantenerse, sin represiones.