La Corte Sepulcral

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Carlos Freile

Comparto con amarga desazón el juicio negativo escrito por Daniel Márquez en este diario sobre la vergonzosa Corte Constitucional, del cual destaco tan solo un fragmento: “(Sus jueces) son capaces de torturar a la gramática, la lógica y la retórica hasta donde sea necesario para lograr que la Constitución diga aquello que ellos creen que debería decir.” En su último dictamen, relativo al asunto más importante de la política nacional de los últimos años, escribe el pintoresco tribunal: “En esta línea, en el análisis del procedimiento se encontró que, la solicitud presentada y el trámite seguido hasta aquí en la Asamblea Nacional, se han respetado los principios de legitimidad política y del debido proceso”. La redacción del párrafo es obscura y no respeta normas básicas de la sintaxis castellana, esa que se aprende, o debe aprender en el colegio.

Luego añaden esta perla “Sin perjuicio de lo cual, se llama la atención a los solicitantes y a la Asamblea Nacional por la falta de prolijidad en la activación de dicha figura constitucional”. Con lo cual nuestros brillantes jueces reconocen que en la presentación hecha por la Comisión de la Asamblea por lo menos existe falta de prolijidad, lo cual no explican, como eran su obligación frente a la ciudadanía.  Los filósofos medievales acuñaron un principio básico de la moral: “Bonum ex integra causa; malum ex quocumque defectu” (“el bien proviene de una causa íntegra; el mal de cualquier defecto”). Este principio se puede aplicar a la búsqueda de la justicia, sobre todo cuando está en juego no solo el derecho de un ciudadano a ser juzgado con total garantía y sin asomo de dudas sobre la honestidad de sus jueces, sino también el porvenir y la estabilidad institucional del país entero. ¿Cómo pudo la Corte Constitucional dar paso al proceso de marras si hubo, por propia declaración, “falta de prolijidad en la activación de dicha figura constitucional”? El lector atento, no se diga el desprevenido, tampoco capta con claridad a qué figura constitucional se refiere.

Así, seis sabios sin manejo correcto ni de los procedimientos ni del idioma han ahondado aún más la fosa de nuestra institucionalidad con las consecuencias nefastas que experimentaremos.