La Asamblea Nacional y su velo de oscuridad

Alejandro Querejeta Barceló
Alejandro Querejeta Barceló

El problema no son los asambleístas o su procedencia. No es si son buenos o malos, capaces o incapaces. En ese importante poder del Estado tenemos un notable, y al parecer insuperable, déficit de cultura y democracia parlamentaria. La sensación se confirma cuando vemos tanto los tirios como a los troyanos cambiar de bando, sin que pesen la ideología, la disciplina, la perseverancia o el trabajo partidista.

Son elementos de una siniestra ecuación en la que siempre pierde el ciudadano. El pasado aún se siente. El “estilo populista” no ha terminado y, por desgracia, tampoco está cerca de terminar. La voluntad de los votantes es el gran ausente en la Asamblea Nacional. Esta calamidad prueba la idea de que es necesaria una consulta al pueblo en materias que le compete al Legislativo.

La singularidad del momento se refleja en la soledad política de la propia Presidenta de la Asamblea. En la dirigencia de su movimiento político se giraron a la extrema izquierda y en su bancada se habla de una “tercera posición” o no alineamiento. Insólita paradoja, en la que ella tiene que enrumbarse para que el parlamento haga lo suyo, mientras el Ejecutivo se coloca a años luz de esas rémoras del pasado.

En las calles crece un sentimiento de inseguridad por el desborde de la violencia, la delincuencia, el desempleo y la indisciplina social es notoria. ¿Están esos problemas en la agenda legislativa inmediata? ¿Acaso no influyen en ausencia lamentable el hundimiento de los partidos y movimientos políticos, desprestigiados por el sectarismo, el clientelismo y la corrupción?

La desinformación, las mentiras políticas y las teorías de la conspiración sobre el mandato del presidente Lasso son, luego de su sorprendente pragmatismo político, simple papel mojado. Lo que se cuchichea o se dice por lo claro en la Asamblea poco afecta a quien ha hecho suyos nuevos instrumentos de comunicación política capaces de llegar con éxito a toda la sociedad, sin distinción de estratos o clases. 

Pese a la fragilidad de la economía y los efectos devastadores de la pandemia, la Asamblea de hoy parece un retrato de la anterior, pero con su propia nube y velo de oscuridad; una rémora desastrosa para la recuperación económica y social del país, que espera que por fin prevalezca la democracia como una disciplina de diálogo y respeto por los demás. En particular, por quienes con sus votos la hicieron posible.

[email protected]