Vigilantes del CNE

Kléber Mantilla Cisneros

Aunque pareciera obvio, las autoridades electorales no transmiten confianza y diafanidad previo a los comicios de segunda vuelta del próximo 15 de octubre; más bien, la gente decidió autoconvocarse a las afueras del Consejo Nacional Electoral (CNE) para exigir la renuncia de Diana Atamaint y sus camaradas. Ella culpó de un ‘hackeo’, sin pruebas, a países como Rusia, China, Bangladesh e India, del fracaso del vototelemático en el exterior. Para esto, la firma Antroproyecto, encargada del manejo cibernético, recibió mucho dinero a través de un contrato anómalo y sospechoso; e, irónicamente, a manera de broma de mal gusto, ahora pretenden repetir las elecciones externas a su manera.

Sin embargo, ¿cuál es la ley que permite repetir elecciones telemáticas? ¿Dónde dice que la Junta Electoral del Exterior puede usurpar las funciones del pleno del CNE para pedir nuevas elecciones?  Acaso, ¿en el CNE no hay técnicos informáticos que diagnostiquen ciberataques, riesgos y simulaciones digitales? ¿Por qué el Tribunal Contencioso Electoral podría aceptar errores, inconsistencias en el conteo de votos e ineptitudes sin sancionar a quienes contrataron una firma insípida en temas electorales? O, ¿estamos obligados a resultados que aseguran ser válidos y verdaderos pero estamos rezando el rosario de un proceso mentiroso? Recordemos que después del magnicidio de Fernando Villavicencio, ellos aprobaron un cronograma inhumano y el debate de presidenciables continuó; ahí sí estrictos con su plan y más perjuicios contra el entorno del occiso.

Si miramos la escasa calidad eleccionaria y falta de sentido común del CNE para enfrentar los problemas que nos agobian, cabe preguntarles: ¿por qué no renuncian Atamaint y su clan de amigos? ¿Cuántas marchas de protesta faltan? ¿Hay que confiar en incompetentes acostumbrados a atornillarse en el cargo? Pues, parece una enfermedad crónica que se reproduce como hierba mala y ocurre en el ocaso del gobierno saliente, quien recién dijo que la consulta sobre la explotación en el Yasuní es ‘inaplicable’ pese a ser la respuesta del pueblo. ¿Para qué perder tiempo, dinero y credibilidad?

Hoy, la campaña electoral en el exterior es virulenta, pero la segunda vuelta perdió interés. Viene el debate entre la candidata del correísmo, Luisa González, y el joven empresario, Daniel Noboa. La primera asegura que Venezuela está mejor que Ecuador. Siempre junto a Rafael Correa y enfocada en la inversión social: en el primer debate repetía: ‘Eso ya lo hicimos’. El segundo es hijo del empresario que intentó cinco veces llegar a Carondelet; su base son los millennials. Con propuestas basadas en generar empleo y en enfrentar la inseguridad. Al final, el electorado estará vigilante para evitar un fiasco. Muy de cerca a esas autoridades electorales que han agotado a un país pronto con sus improvisaciones.

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