Cortes de luz y violencia

Kléber Mantilla Cisneros

A pocos días del cierre de la campaña política, el elector36ado requiere acudir a ejercer su derecho al voto de manera responsable y estar informado sobre las posturas y propuestas de ambos candidatos finalistas. Al menos, reconocer sus compromisos en materia de seguridad frente a la expansión del narcotráfico y advertir las garantías ofrecidas en contratación pública. Es preciso identificar las ofertas de gobierno en torno al impacto del calentamiento global y el paso del fenómeno climático de El Niño. Hay que decidirse por una gestión transparente anticorrupción y de interés colectivo, que solucione problemas como los apagones de energía eléctrica en ausencia de un régimen peregrino e insulso.

La actual coyuntura sanitaria, política y medio ambiental que vivimos obliga a impulsar una sociedad interconectada y organizada. Con un líder que recupere valores de equidad, respeto, reconciliación, sensibilidad y solidaridad. Esto para superar los niveles de pobreza y razonar soluciones frente a los inusitados oleajes migratorios tanto de llegada como de salida de gente que provocan confusión, dolor y frustración. Hoy, en un escenario ecológico dramático, pues los ríos no abastecen las hidroelécticas y los racionamientos de luz se presentan sorpresivamente. La generación termoeléctrica requiere diesel y gas natural; lo que contribuye a los factores de mayor contaminación del aire, agua y alimentos. Situación que grafica las escasas políticas de prevención y planificación de las autoridades energéticas quienes, al culpar al ciudadano consumidor, muestran únicamente su desmesurada mediocridad.

¿Desinformación, delincuencia y cortes de luz? ¿Hacia dónde escapamos? Pues, no es un chiste de incertidumbre noticiosa carecer de un cronograma de apagones sino que empezamos un ciclo de retroceso económico, social e institucional alrededor de la toxicidad en la red eléctrica del país. La compra parcial a Colombia y Perú de energía eléctrica provoca pesimismo, zozobra, temor, desconfianza y ansiedad porque son países vecinos con similares condiciones climáticas. Y, por las noches, los barrios peligrosos de las principales ciudades ya quedaron en completa oscuridad, mientras el gobierno sostenía el embuste de que no habría cortes de luz.

Empero, ¿qué viene de la mezcla de inseguridad, desempleo y apagones?  Sin duda, desesperación, pánico y movilidad humana. Algo que el alcalde de Nueva York, Eric Adams, vino a palpar en su gira por América Latina; cuando las creencias sobrepasan las ideas y la llegada masiva en búsqueda de trabajo colapsa la capacidad de refugio y asilo de cualquier ciudad. Igual acá, tampoco la infraestructura y servicios (luz eléctrica y otros) nunca fueron pensados en la diáspora venezolana y la mal llamada ‘ciudadanía universal’ del correato. Creencia necia, enajenación y burdo populismo.

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