El silencio no es una opción para mí frente a tu antisemitismo

Julia Rendón Abrahamson

Estoy indignada y asqueada. Como judía y nieta de sobrevivientes del Holocausto que tuvieron que huir de Alemania y Austria a Ecuador, con familiares y amigos en Israel, me siento devastada. Mi familia ha sido víctima del asesinato judío. Y no es aceptable, bajo ninguna excusa, celebrar actos relacionados con el grupo terrorista Hamás. Punto.

Shani Louk, todos necesitamos saber su nombre. Es la joven medio desnuda recostada en la parte trasera de una camioneta que conducía por Gaza como un trofeo. Su cuerpo contorsionado en una posición en la que los cuerpos vivos no van. Su rostro ensangrentado pero tapado por sus rastas en manos de su captor. La estaban escupiendo. Claramente fue violada. Torturada.

He revisado las redes sociales de colegas escritores, feministas e intelectuales. ¿Hay alguna condena, aunque sea superficial, sobre los métodos de Hamás? ¿Un breve gesto ante la angustia de una madre que ve a su hija medio desnuda, ensangrentada en una camioneta? Nada. Solo veo tomar partidos como si fuera un juego de fútbol. Una escritora famosa compartió información declarando que no hay conflicto palestino-israelí, reduciéndolo todo a ‘el sionismo es genocidio’. Aunque admiro su escritura, su obra, compartir esto sin verificar y expandir, y justo ahora, da la impresión de justificar cualquier método de Hamás. Más allá de mi opinión sobre el sionismo o mi falta de apoyo a Netanyahu, es inaceptable, en este momento, utilizar esto como justificación para atrocidades.

Aquellos que han salido a marchar y celebrar con pancartas y esvásticas acá en Barcelona, en Nueva York, en el campus de Harvard, o los intelectuales que comparten ‘información’, equiparan ser ‘pro-Palestina’ con ser ‘pro-Hamás ́. Así trivializan la muerte y humillación de judíos e israelíes. Me pregunto ¿dónde está la sensatez en el mundo intelectual y educado? Es el típico ‘pero’ que suelen criticar. Es como decir “no apoyo la violación y tortura de una mujer en una camioneta, pero”. Este ‘pero’ crea la narrativa de que Israel se lo merece. De que los judíos nos lo merecemos.

El colegio donde estudié en Quito fue ‘grafiteado’ con esvásticas en estos días, lo menos grave. Probablemente por personas que desconocen la historia y el complejo contexto de este problema. Sumado a las marchas y lo que he visto, se construyen narrativas no verificadas, siempre en contra de los judíos. Uno puede tener una postura política y condenar las acciones de los gobiernos, pero se debe observar la historia y condenar los métodos de Hamás. También informarse que Hamás, que gobierna Gaza, es una dictadura que viola derechos y promueve el antisemitismo a diario.

Pensé mucho antes de escribir esto, no solo por la rabia, tristeza y miedo que siento. Parece que para pertenecer al ‘grupo intelectual de escritores’, debes adoptar ciertas ideas, incluso sin tener información completa. No me quedaré callada. Esta es mi voz porque la complacencia, el silencio y la inacción ante el horror no están bien. No celebro asesinatos ni violaciones. Soy judía y no quiero humillaciones, ni en redes sociales, ni de escritoras famosas. De nadie.