El populismo se toma Carondelet, de nuevo

José Alvear

¡El Gobierno descubrió el agua tibia! Ahora nos quiere sorprender con algo que ya sabíamos: ningún servidor público puede ganar más que el primer mandatario.

Y para que no se le olvide a nadie, el presidente firmó un decreto que, de paso, permite que él mismo sea quien decida si alguien es digno de un salario superior al suyo.

¿Por qué no aplaudir una decisión de esta magnitud? Porque detrás no solo hay una ausencia total de sentido, sino que también se nota una actuación en función de las próximas elecciones.

En lugar de trabajar en bases adecuadas para políticas estatales sólidas, Noboa y sus ministros recurren a medidas parches que no resuelven los problemas urgentes.

Está nueva decisión gubernamental suena a populismo puro que, de paso, tiene errores técnicos -como ese odontólogo de CELEC que supuestamente ganaba $12.000 y luego corrigieron diciendo que se les escapó un 0-. Además, la administración no ha definido cuántos sueldos dorados existen, quién permitió esos pagos y, sobre todo, si existe el dinero para despedir a quienes se enriquecieron a costa de la inoperancia estatal.

¿En Carondelet no se han enterado de que ya existen normativas que regulan los salarios? Lo saben, pero quieren sorprender a la población con anuncios rimbombantes y poco útiles.

¿Para cuándo las noticias sobre una eficiente y sostenible matriz energética que nos permita ser más competitivos como país, que genere más renta a quienes arriesgan el capital y que ayude a la generación de nuevas plazas de empleo? De eso, nada.

“La calentura no está en las sábanas” y hay que ser claros el problema está en el exceso de burocracia.

El valor del mercado y los sueldos u honorarios están determinados por la escasez y las preferencias. Frente a la falta de oferta de funcionarios públicos competentes, sería necesario proceder con la remoción de aquellos que no cumplen eficientemente con sus responsabilidades estatales (cuyos sueldos son financiados por todos nosotros). De este modo, se crearía un entorno propicio para atraer a profesionales destacados a desempeñarse en el sector público, contribuyendo eficazmente al país con remuneraciones que puedan equipararse a las ofrecidas por el sector privado.

¡Por menos Estado, más Libertad!