Ecuador: tierra de violencia y terrorismo

José Alvear

Ecuador ya no es tierra de nadie. Hoy confirmamos que Ecuador es tierra de violencia y terrorismo. Preguntarnos si acaso nos convertimos en la Colombia de los ochenta resulta inevitable, en tanto dos vehículos detonaron en la capital entre el 30 y 31 de agosto; algo inédito que generó pánico en los ciudadanos.

El país es vulnerable. Tenemos un récord de 40 homicidios por cada 100.000 habitantes, que va en aumento. Lo peor es que no hay una ruta clara para frenar a las bandas organizadas y la violencia. Las autoridades poco o nada han hecho para enfrentar esta situación.

La violencia, que avanza imparable, tiene un impacto en el comercio, pero paradójicamente entre los negocios más prósperos, por la demanda de sus productos y su facturación se cuentan: la venta de chalecos antibalas a personas particulares a unos $280 dólares y el blindaje de autos privados con un costo promedio de $25.000. En 2022 se vendieron unos 200 carros blindados, mientras que en lo que va de 2023 la cifra aumentó en un 85%.

Resulta inaceptable que en Ecuador no estemos hablando de potenciar la educación con herramientas que nos conecten con el mundo globalizado, o trabajando en proyectos para la masificación de internet o tablets para los estudiantes. En lugar de ello, estemos enfocados en cuidar que no nos maten, a la vista y paciencia de un gobierno vegano, impávido e inútil.

Antes de entrar a la década de los noventa decíamos orgullosos que gracias a la gestión del expresidente León Febres-Cordero vivíamos en paz. Veíamos distantes el conflicto colombiano y peruano con grupos fuera de la ley, como las FARC o Sendero Luminoso. La mano dura de León fue esencial para poder vivir tranquilos en nuestra isla de paz.

Hoy, nadie está seguro. Mientras, el nefasto gobierno socialdemócrata de Guillermo Lasso a duras penas llega al 10% de ejecución del presupuesto de seguridad. Craso favor que le hicieron las autoridades al narcotráfico, a las bandas delictivas y a los grupos fuera de la ley.

Esperemos que el gobierno de transición que viene centre sus esfuerzos en la seguridad para la reactivación económica y también enmarque su gestión en lo que debe: la salud, la educación y la justicia.

En un modelo libertario el Estado es supervisor, pero debe garantizar la seguridad para caminar libres y tranquilos por los rincones de la patria.

Los ecuatorianos que pagamos esa vacuna legalizada llamada “impuestos” exigimos ver esos recursos bien gestionados con una policía equipada, capacitada y eficiente. Por menos estado, menos violencia, más libertad.