Influencers

El país se beneficia con bodas VIP, con la visita de “estrellas” del primer mundo que vienen a promocionar nuestros atractivos turísticos. Ese fue el mismo argumento de las autoridades nacionales y de la gran vendedora del país entre sus amigos acaudalados y miembros de los clubes exclusivos de multimillonarios, cuando se hizo Miss Universo en el Ecuador.

Ese fue y es el mismo argumento de toda la prensa rosa que no pudo ingresar al fastuoso evento, pues porque es igual que nuestro jet set, inexistente. No son nada, solo son expertos en difundir y expandir las broncas entre cantantes de parroquia.

Nuestra prensa rosa no está en capacidad para narrar eventos grandes, como ellos mismos calificaron a esta gran boda. Los supuestos periodistas de crónica rosa no tienen más fuentes que los propios involucrados en los culebrones de sus propios canales.

El negocio de las fiestas y de las bodas, así como de las pasarelas y de los certámenes de belleza son producciones fastuosas que tienen relación con la creación de narrativas y cuentos que no son reales, son ficciones que duran como un cuento de hadas.

Pero el tema va más allá. Tiene que ver con que la sociedad mira a las supuestas estrellas como seres que todo lo pueden hacer, que para ellos todo está permitido, e incluso se lo deben porque son ellos.

El turismo no viene porque una estrella diga o haga algo en un lugar. Ayer vi las fotos de los novios en Galápagos, un archipiélago que no necesita de influencers ni estrellas. Si eso necesitásemos como país, deberíamos pedir que el Papa, Messi o Nicole Kidman nos visiten para que sepan que existimos.

“Nos descubrieron”, como cantan Les Luthiers en su obra El adelantado Don Rodrigo Díaz de Carreras. Gracias a esta boda saben que existimos en Ecuador. Gracias a estos influencers y el eco que generan en nuestra prensa rosa. Que vengan más y nos digan lo bello que es el país, pero que no se mezclen con nosotros, porque somos de planetas distintos.