‘Influencers’ y sociedad…

Alfonso Espín Mosquera

Para saber con corrección qué significa la palabra ‘influencer’, había que consultar el diccionario sobre su significado; dice: “Persona que destaca en una red social u otro canal de comunicación y expresa opiniones sobre un tema concreto, que ejerce una gran influencia sobre muchas personas que la conocen; especialmente, cuando influye en los hábitos de consumo de sus seguidores”. Y pone particular interés en los hábitos de consumo, esto es entonces en el comportamiento de los consumidores y de los procesos que utilizan para elegir y desechar productos y servicios, entendiendo que en este aspecto se tienen en cuenta las respuestas emocionales, mentales y de comportamiento.

Francamente de las acepciones consultadas, un influencer es un ‘orientador de gustos’, de acciones, es quien influye decidoramente en los públicos sobre por qué reír o por qué llorar, qué comer, qué música escuchar, que ropa usar, y creo con seguridad, que podría también indicar a las audiencias por quién votar, aunque tal vez esos temas, no están en la carpeta de los denominados influencers.

Ahora cabe preguntarnos qué se necesita para destacar en las redes sociales, las que están clasificadas por edades; por ejemplo, Facebook no es para milennials o centennials, pues la generación millennial está compuesta por las personas nacidas entre los años 1980 y 1995; mientras los centennials son aquellos que nacieron después de 1996 y, de paso,  las proyecciones indican que para el 2025, los millennials representarán un 70% de la fuerza laboral mundial; y los centennials, un 30%, con lo que se habrá cubierto el 100% de la población.

Serán Instagram, TikTok, pero ya no la anticuada Facebook, que va siendo de experticia de los bien grandes, hasta de los mayores adultos de edad avanzada, animosos por la tecnología.

Hoy abundan y un buen porcentaje de la juventud ansía convertirse en influencer. El problema es que en ese deseo desenfrenado por triunfar a como dé lugar, carecen de importancia los contenidos y entonces quienes ejercen de tales, se dedican a mostrarse y venderse con temáticas menos que mediocres, y en muchos de los casos, atentando en contra de lo que llamamos las buenas costumbres, la ética social, la identidad nacional y la moral pública, términos que jamás serán anacrónicos, porque la consideración por las libertades individuales  los valores nacionales, la salutación, la afabilidad, el respeto a las creencias y formas de ser, son normas clave de convivencia social en cualquier tiempo.

Si los influencers, con todo su poder, en una sociedad eminentemente joven, llegarían con contenidos y temáticas más profundas que la moda, el reguetón, la comida light o la búsqueda de algo extrañamente asombroso y dispusieran sus temas detrás del valor que puede tener la lectura, la honestidad de los servidores públicos o la necesidad de ser excelentes profesionales en cualquier rama, que no es lo mismo que ‘famosos’, tendríamos nuevas y valiosas posibilidades de caminar al éxito.

Cosa fundamental sería que sus influencias utilicen para orientar sobre los grandes temas del país y el mundo, pero eso significaría profundizar en los mismos, interesarse en estudiar, leer, investigar, pero sería importante, provechoso y lo que es más tendríamos otro nivel de políticos que gobiernen a la Patria con sensatez y honorabilidad. ¿Será mucho pedir esto a los que quieren ser influencers?