Imagen del país

Franklin Barriga López    

No es nada reconfortante conocer que el riesgo de nuestro país ha subido a más de 1.850 puntos, habiéndose señalado que sobrepasó el récord a que llegó en las manifestaciones del año anterior, encabezadas por organizaciones sociales, especialmente indígenas.

Varios factores inciden para esta situación que ciertamente preocupa, por sus consecuencias negativas. Actualmente, la imagen nacional no garantiza a los inversionistas internacionales un ambiente confiable para traer sus capitales a nuestro medio, más bien los ahuyenta: inestabilidad política, confrontación entre quienes dirigen los diversos poderes, escándalos de corrupción que son denunciados con insistente periodicidad y que involucran a no pocos personajes que ocuparon altas funciones —inclusive de control de los fondos públicos—, falta de confianza en la administración de justicia, operación de mafias internacionales relacionadas con el narcotráfico al que irresponsablemente se ha dejado avanzar hasta convertir a Ecuador en gigantesca bodega de almacenamiento de drogas ilícitas; inseguridad latente que se manifiesta en todas las ciudades, singularmente en las de la Costa, donde los sicarios  hacen presencia cotidiana; aberrante falta de empleo que ha disparado una nueva ola de emigración de ecuatorianos; pobreza que se acrecienta en un país de altos costos de vida; insatisfacción generalizada que puede desembocar en violencia imparable.


Es hora de frenar esta escalada de infortunios, comenzando por la toma de conciencia —singularmente de los líderes— de lo que puede ocurrir a Ecuador de continuar semejante declive. Faltan auténticos y concertados  ideales nacionales enmarcados en la libertad y la democracia, actualmente en peligro. La imagen del país debe cambiar no con propaganda sin sustento sino con  hechos reales, genuinamente constructivos, que respondan a objetivos sin claudicación.