Eduardo F. Naranjo C.
Galápagos —nuestro último límite hacia el poniente y de acuerdo con las normas internacionales sobre el mar territorial—, al parecer afronta decisiones políticas equivocadas, tornándose en controversia hablar de soberanía y protección de la riqueza marina.
La adhesión del Ecuador a la Convemar produjo en la opinión pública un malestar debido a la pérdida de soberanía que significa renuncia sobre las 200 millas de mar. Lamentablemente, como es un tema técnico, no parece interesar mucho a gobernantes y políticos.
Marcelo Larrea, periodista, sostiene una incansable lucha por corregir el error político de adherirnos a la Convemar. En días pasados, realizó una documentada exposición sobre los motivos que desde su punto de vista demuestran que todos los potenciales recursos del subsuelo y aguas oceánicas son afectadas por este tratado.
Su exposición, realizada en el Círculo Militar, se fundamentó en lo histórico y técnico, reforzado con información geológica que prueba la conexión continental con el archipiélago, por lo que todos los recursos del subsuelo son bienes económicos —como potenciales yacimientos petroleros y mineros, que no estarían bajo dominio ecuatoriano y, por ende, abiertos a libre explotación—.
Estas situaciones ocurren con frecuencia en nuestra sociedad fracturada, sin mucha información veraz y con cientos de demagogos y traficantes de la política que buscan las rendijas de la oportunidad para hacerse de comisiones y subir de estatus —su única ambición—. El servicio es cosa del pasado.
La riqueza biológica de estos mares es suprema; eso hace que las grandes naves chinas y otras se acerquen a llevarse estos recursos. En definitiva el tema da larga discusión y está en espera de un Gobierno que pueda revisar esta dudosa situación que al parecer nos perjudica como nación soberana.