Hablar de las pequeñas cosas

Rosalía Arteaga Serrano

Parecería que, en medio de las urgencias de la vida, de la lucha por los espacios de poder, por las algarabías de las que la vida moderna está inundada, nos olvidamos de lo verdaderamente importante que generalmente está representado por las que denominamos ‘pequeñas cosas’.

Esas pequeñas cosas que le dan sabor a la vida, que la vuelven trascendente, que son parte fundamental de las familias, de las amistades, de las personas que tenemos en nuestro entorno. En este sentido vale la pena reflexionar por ejemplo sobre el valor del diálogo, la necesidad de conversar, de hacer que el espacio común de la mesa donde nos servimos los alimentos se vea libre de la contaminación de los elementos tecnológicos, para que podamos enterarnos de lo que sienten, de lo que hacen los demás.

Parecen cosas simples, pero en realidad son trascendentes, tienen que ver con la capacidad de diálogo y de mutua comprensión, con solución a problemas y controversias, con un mundo más llevadero y solidario.

También es importante aprender a escuchar, no solamente pensar en que lo que uno dice es válido y tiene trascendencia, sino saber asimilar las diferencias, llegar a acuerdos, comprender las situaciones de los otros, ponernos en sus zapatos, en suma.

El diálogo vincula, hace más llevaderos los problemas y aporta a soluciones. Muchas veces las palabras no dichas, la atención no prestada, desencadena conflictos y malos momentos.

Por ello recomiendo prestar atención a los detalles, a lo que puede hacer amable la vida, a lo que llena de emociones los corazones y nos empuja a seguir viviendo, trabajando, siendo solidarios, respetuosos y considerados.