Perfiles adecuados

Fabián Cueva Jiménez  

Paupérrimas herencias nos han dejado varios gobiernos, especialmente los 3 últimos, que obligan a realizar cambios urgentes. Son desafíos y retos que los nuevos administradores del Estado tienen que puntualizarlos y enfrentarlos con entereza y hasta sacrificio, todo por un mejor futuro. Hay demasiadas resistencias y muchos riesgos, porque no dejan de aflorar mezquindades políticas e infaltables intereses económicos que tanto daño producen.

Por cierto, a más de actuar con buenas intenciones, los nuevos gobernantes deben escrudiñar, descubrir, ubicar e interpretar las transformaciones que se deben realizar, aplicando dos tipos de liderazgo, el transaccional, que significa relacionarse bien con los colaboradores y el transformacional situando objetivos precisos, para el poco tiempo de gobernanza.

Presidente y nuevos funcionarios, no olviden que encontrarán un mapa situacional del personal de cada ministerio o secretaría. Estarán los que: saben y quieren hacer, con conocimientos significativos y experiencias previas, con una voluntad inquebrantable; otros, que no saben y quieren hacer, que poseen una fragilidad para adherirse con tal de encontrar tranquilidad hasta parasitaria; algunos que no saben y no quieren hacer, grupo más numeroso que por su ingreso no tan diáfano demuestran consignas negativas y poco o ningún interés; y, los que saben y no quieren hacer, activos en otras épocas, difíciles de integración por varias causas. Tratar a todos los grupos es imprescindible, la intervención oportuna del líder debe ser bien meditada.

Los nombramientos de los claves colaboradores ya están apareciendo. Con antelación no podemos juzgarlos, pero tenemos el derecho y la libertad de opinar y hasta de emitir criterios alrededor de los perfiles o características que deben poseer.

Esperemos no llegar tarde, nuestra pretensión es de alguna manera orientar desde el estado llano y con alguna experiencia, con criterios sobre lo que deberían ser y tener los administradores.

Iniciemos con la primera autoridad educativa, tomemos ideas de un movimiento cercano a Ecuador denominado ‘Todos por la educación’, del que hemos extraído: todos los actores deben ser movilizados hacia un proyecto bien definido, la única filiación partidista será buscar el mejor futuro de niños y adolescentes, construir personas e instituciones, llevar la ‘bandera de la educación’ y detrás de ella, la equidad, el desarrollo y la paz.

Creemos que la primera autoridad educativa deber ser o tener: amplio conocimiento del sector, de los aciertos y errores desde la educación inicial hasta la superior; formar un equipo de trabajo, ahora sí con la presencia del Consejo Nacional de Educación, ignorado por 11 años, agregar a otros sectores al diálogo para soluciones; innovador y con espíritu joven, no precisamente por su edad sino por su mentalidad, instrumentar rigurosamente reformas y ser un incesante perseguidor a la corrupción e impunidad, investigando y pidiendo sanciones a los que hicieron negociados en construcciones y repotenciaciones o consultorías internacionales.

El nuevo presidente ingresa con muchos problemas, debe resolverlos, pero no con aprendices sino con gente conocedora de la historia educativa nacional.

Si todavía no ha pensado o no ha hecho, el primer mandatario debe analizar dentro de la etapa de transición y con los datos entregados, los mejores perfiles, los más adecuados para   implementar una gestión seria y honesta, esa que tanto deseamos y esperamos.