¿Esto es lo que quería, abogado Nebot?

Ugo Stornaiolo

 Por años Guayaquil fue admirada por la reconstrucción y ‘desratización’ que inició León Febres Cordero y usted prosiguió tras los años del populismo bucaramista, que convirtió al puerto principal en una cloaca. Ese mérito, atribuible a usted y a su mentor, dejó huella en la historia y les permitió varias elecciones y reelecciones.

Aunque su partido dejó de ser nacional y se atrincheró en Guayaquil, el socialcristianismo influía en la vida nacional y los logros obtenidos en el puerto hicieron que los habitantes de la ciudad supieran a dónde mirar, para defender los intereses de la urbe porteña. La crisis bancaria de 1999 tuvo en Febres Cordero a uno de sus adalides, al margen de que a quien apoyó fue un cuestionado banquero.

Tras su actuación como gobernador del Guayas en la presidencia de LFC, y luego de sus fracasos electorales en las presidenciales de 1996, cuando fue derrotado por su antítesis (aunque su abuelo Saadi fue socio del abuelo Bucaram en negocios a inicios del siglo XX), desistió de llegar a Carondelet, pese a las buenas cifras en previas electorales de los últimos años.

Aunque Guayaquil estaba bien, su partido se desbarataba con la sangría de buenos cuadros (Del Cioppo, Rohón y Cucalón). Su pupila Cynthia Viteri hizo de todo para perder la Alcaldía. Más cuadros potenciales se esfumaron (Tabacchi, Guschmer, Duart y otros). El PSC, antes un partido de ideas, fundado por el expresidente Camilo Ponce y secundado por otro exmandatario, Sixto Durán Ballén, está lleno de gente de “crónica roja”, como los bautizó la misma Viteri.

Resulta penoso verlos en la Asamblea como segundones en el juicio político al presidente Lasso, por su bronca personal con él. Los que se van son traidores, pero ni Alfredo Serrano ni el impresentable “Guacharnaco” Almeida (a quien Febres Cordero acusó en el pasado de chantajista) ni “El Baby” Esteban Torres (joven brillante que extravió el camino por sus ambiciones personales) llenan los zapatos de los líderes históricos.

Usted antepuso sus intereses y antipatías al clamor nacional de acuerdos, consensos y diálogos (sin troncha). Sus asambleístas son unos pobres tipos sin oficio ni beneficio. El correísmo no solo les quitó Guayas y Guayaquil, también les robó el populismo guayaquileño. Usted, que junto con Febres Cordero sacó la basura bucaramista de la alcaldía de Guayaquil, hizo eso pero al revés, con su aliado Correa, en un pacto inexplicable que a lo único que conduce es que el país se siga yendo al carajo. ¿Eso es lo que quería, abogado Nebot?