Entre utopías y deseos

Fabián Cueva Jiménez

Hace mucho tiempo, alguien propuso la posibilidad de crear un “Estado justo y perfecto”, lo ubicó en una isla de América del Sur, donde la convivencia pacífica, el bienestar físico, mental y moral, era la única forma de alcanzar la felicidad. A ese país lo llamó Utopía. El autor, Tomás Moro, puntualizó que para alcanzar esos objetivos debía acudir a la educación, pues ella “no servía para formar ladrones”, sí útil para moldear personas con virtudes morales y cívicas.

La propuesta de utopía ha sido analizada en muchas épocas y por todas las tendencias ideológicas y políticas, ya como: doctrina, proyecto o sistema. Socialistas, capitalistas, monárquicos, demócratas, anarquistas, dijeron: a pesar de su excesiva imaginación, la utopía es válida, porque primero favorecía al ser humano y luego obligaba a buscar soluciones en el camino.

Para nuestro tiempo, propongo un tema utópico: la calidad de la educación para todos, talvez ilusoria y hasta de fantasía o deseo, pero necesaria para el análisis. En muchos países la han resuelto y otros van por el camino, considerando que no solo es el Estado y sus gobiernos los responsables. Son —y aquí la clave—, también otros sectores, especialmente los productivos y empresariales, con inversión de muchos recursos, no solo económicos.

Más allá de las utopías, hay valiosas experiencias concretas que pueden ayudar a Ecuador. La fundación Empresarios por la Educación de Colombia, que desde el 2002 tiene alianzas internas y externas, para diseñar e implementar proyectos de importancia:  preparación a miles de directivos, construcción de lineamientos y orientaciones técnico-pedagógicas, trabajo curricular especialmente en Educación para el Trabajo.

Creo será de mucha utilidad para las autoridades educativas y para la élite económica del país revisar “Repensar la educación”, catálogo de recomendaciones para construir un mejor país. Entre utopías y deseos, es la hora de la empresa privada ecuatoriana, pensar y actuar no sólo en favor de sus intereses económicos. La educación espera.