El mundo del fútbol

Rosalía Arteaga Serrano

A propósito de la salida de Messi de su actual equipo, el París Saint Germain, se han tejido una serie de conjeturas respecto a su futuro.

Se hablaba mucho sobre el regreso al Barcelona de España, el club en el que se formó y con el que alcanzó tantas glorias. Se especuló otro tanto sobre las posibilidades de ser contratado por un equipo de Arabia Saudita, país empeñado en captar estrellas del fútbol mundial, para mejorar su imagen luego de la muerte no esclarecida del periodista Jamal Khashoggi en un consulado saudí.

Pero finalmente parece que el astro del fútbol argentino y mundial, que pudo levantar la copa del mundo hace tan solo algunos meses, se ha decidido por una propuesta del fútbol norteamericano. Jugará para la Major  League Soccer, la famosa MLS, en el Inter de Miami, con un contrato millonario que comprende acciones del club y jugosas participaciones con Google y Adidas, entre otras ventajas.

Para aceptar este contrato, debió rechazar la oferta saudí, del Al-Hilal club, que se dice que ronda los 400 o 500 millones de euros, lo que habla de cifras astronómicas que demuestran el interés del país del golfo por potenciar su liga de fútbol.

Pero más allá de las cifras y de las ofertas que hemos mencionado aquí —que podrían multiplicarse si enfocamos los salarios y primas que reciben otros astros de este deporte—, quería inducir a la reflexión de mis queridos lectores, sobre la paradoja terrible en este mundo en el que hay tanta gente que se acuesta con el estómago vacío, tantos niños en estado de desnutrición crónica, y se habla de estos contratos y salarios.

La pregunta es, ¿no estamos trastocando los valores? ¿No estamos cada vez asistiendo a mayores distorsiones? Está bien que se valoren los deportes y que los deportistas ganen salarios dignos, así como deberían hacerlo también los artistas, los maestros, pero las cifras de las que estamos hablando tocan algunas fibras a las que vale la pena poner atención.