Falacias petroleras

Eduardo F. Naranjo C.

Cuando el país encontró petróleo pasó de rural a citadino. En torno al nuevo recurso, como hoy con la minería, aparecieron buenos y malos profesionales. Unos, con  sentido de país, y otros, buscando riqueza fácil a través de oportunidades oscuras.

Una reciente publicación dijo que tenemos ocho mil millones de barriles de reserva,  superiores a Colombia y Guyana, que posee enormes yacimientos, pero especialistas auténticos sostienen que nos queda algo como mil millones, no la fantasiosa cifra lanzada por los interesados.

La petrolera estatal ha sido convertida en botín desde hace más de 30 años, en tanto el “negocio” de la política permitió pasar por allí unos cuantos bribones, incluidos  abogados, militares, marinos y otros que fungieron de ministros y gerentes.

La falta de un sistema contable completo, que ni el BID logró establecer, no permite  saber qué ni cómo se distribuye la renta petrolera. La inexistencia de datos confiables de reservas y más información técnica permiten que los interesados en el “negocio” digan lo que quieren que se escuche, para que el Gobierno se inspire en información falsa, se entusiasme y luego deje en el público una pésima imagen del sector petrolero, sostén por más de 50 años de nuestra economía. La agroexportación, en contraste, apenas contribuye tributariamente sus utilidades, pero sí usa combustible barato.

Se soñó en refinar para reducir  importaciones, un buen negocio para el Estado, pero la mafia proveedora de combustibles jamás lo permitirá. Por eso el obsecuente Moreno desbarató el proyecto de la nueva refinería y lo convirtió en paradigma de combate contra su odiado progenitor.

Antes de la potente incursión del narcotráfico en nuestra sociedad, otras mafias hicieron y hacen de las suyas con el sector petrolero. Sin información confiable y actualizada de las operaciones, poco se puede decir y controlar, pero es donde ingresan los empresarios de cartón a lucrar del bien común.