Continente y realidad

Eduardo F. Naranjo C.

¿Por qué Latinoamérica no ha logrado en más de doscientos años de repúblicas consolidarse como bloque, si tiene un lenguaje común, excepto Brasil? Los investigadores analizan el tema, pero solo hay propuestas puntuales de integración.

El subcontinente lleva casi 60 años discutiendo en torno al tema, pero solo hay tibios avances. Por su parte, los mercados tienen acuerdos limitados, pero hoy es urgente negociar con China abriendo el Pacífico. Intereses económicos no competitivos fueron y son la tranca en la rueda, convirtiendo a cada país en un débil negociador frente a las grandes economías.

Desde el 2010 la CELAC constituye el nuevo enfoque en esta búsqueda de integrar fuerzas y competir con mayor empuje; sin embargo, los pasos han sido lentos, en un mundo altamente dinámico, donde homogenizar e integrar capitales y ganancias es casi un sueño. De concretarse, beneficiará a nuestros países en función de mejorar la calidad de vida de todos.

Ciertamente los intereses de los grupos que administran la economía de cada país  mantienen la fragmentación, influyendo en los gobiernos de turno. Por eso es deseable la emergencia de líderes visionarios que aglutinen y conduzcan a sus pueblos hacia un nuevo destino con soluciones pragmáticas, tarea difícil que requiere de mucha información.

Existe interés académico por lograr hipótesis sustentadas, pero el problema parece radicar en el surgimiento de corrientes ideológicas que no ven el modelo como solución, lo que es explicable por las diferencias culturales y visiones diversas.

Buscar y encontrar caminos a esta problemática, y que incluyan todas las variables, es un camino largo. Echeverría definió como “barroquismo” la complejidad continental que no permite la existencia de conciencia identitaria para lograr un fin que a su vez contradice la visión de los grupos hegemónicos. El continente debe hallar su papel en la historia.