Consulta bajo sospecha

Eduardo F. Naranjo C.

El engaño sistemático y masivo parece ser práctica usual de los encaramados en el poder, las maquinarias electorales se han multiplicado y cualquier fulano con ambiciones megalómanas, se lanza al ruedo de la política buscando hacerse rico y famoso. En estas condiciones, que según los voceros no hay dinero para nada, lanzaron el cuento de “consulta popular”.

La gente de criterio ve con claridad las intenciones de cambiar la estructura del trabajo mediante contratación por horas que “suena como oferta saludable”,  pero enmascara otras intenciones sobre las formas vigentes de contratación laboral; de aceptarse, los asalariados enfrentarán tardíos arrepentimientos.

Hay otras preguntas obvias, que pueden ser resueltas en la Asamblea con mucho menor costo. Otras son, de hecho, función ya establecida de las fuerzas del orden, solo requieren decreto presidencial, pero hay que engañar a un público aterrorizado por el crimen, actividad que no se puede ni se podrá controlar con decretos de emergencia.

Si el elector se equivoca y aprueba las propuestas de esta malintencionada consulta, deberá estar consciente para asumir las consecuencias sin queja alguna, como se vio  en los solapados gobiernos pasados que nos condujeron a este punto de desesperanza.

Quizá hay dos preguntas que merecerían  aceptación, pero las demás son argucias para engatusar y que seamos los ciudadanos comunes y corrientes los que carguemos con el peso de la “movida”. En todo caso, esperemos resultados; si ganan los maquinadores, las grandes masas, mas no las élites, soportarán sobre sus hombros el error y, una vez más, la vida no seguirá igual.

El resultado de una educación sin dogmas y con cimientos lógicos es lo deseable, pero no se ha podido alcanzar. Quizá retrocedimos y ahora, con los mentideros cibernéticos, un torbellino de falacias tienen más desorientados a la mayoría, en tanto sin soluciones al problema social el panorama es impredecible.