Ecuador en el Consejo de Seguridad

Ecuador acaba de ser designado como miembro no permanente del Consejo de Seguridad (CS) de las Naciones Unidas (ONU).  Cabe recordar que el CS es el órgano de la ONU encargado de mantener la paz y la seguridad en el mundo. Cuenta con 15 miembros —5 permanentes que gozan de poder de veto en las resoluciones que toman y 10 miembros que rotan por un periodo de dos años, que tiene poder de voto, pero no de veto—. El Ecuador ya había ocupado esta curul en 3 ocasiones previas, 1950-1951, 1960-1961 y en 1991-1992.

En la primera ocasión, durante la presidencia de Galo Plaza Lasso, en un contexto de posguerra, el CS estuvo determinado por el conflicto entre Pakistán y la India. Cuando Ecuador regresó 10 años después, en su segundo mandato, sería bajo la presidencia de Camilo Ponce Enríquez en un inicio y en el segundo año durante la cuarta presidencia de Velasco Ibarra. En esta ocasión serían los debates referentes a los derechos humanos lo que ocupe las sesiones del CS, puesto que trascurría el periodo posterior a la descolonización y el Ecuador fue firme al condenar el apartheid en Sudáfrica, en consecuencia, el respeto a los derechos humanos, y rechazó el argumento de que se trataba de libre determinación de un estado miembro. Adicionalmente, Ecuador se negó a que el CS solucionara disputas territoriales que debían solventarse en instancias jurisdiccionales, en el caso entre Kuwait e Irak.

Treinta años después el Ecuador volvió al CS, durante el final del gobierno de Rodrigo Borja y el inicio del gobierno de Sixto Durán Ballén. A inicios de los noventa la agenda internacional estaba determinada por la guerra de los Balcanes y la integración de los nuevos estados de Europa del Este, antiguos miembros de la URRS, a la ONU. Frente al conflicto entre Kuwait e Iraq, el Ecuador votó en contra de una resolución pese a las presiones de Estados Unidos y Reino Unido, por razones jurídicas al margen de las consideraciones políticas.

En conclusión, es notable que la diplomacia ecuatoriana ha defendido una posición autónoma y no alineada con ninguna potencia dentro del CS.

En esa virtud, es positivo que el país integre nuevamente este organismo. Se trata de una posición diplomática que, ciertamente, no va a traer cambios profundos para las urgencias del país, porque las estructuras internacionales no son el escenario para esos cambios. Pero no se debe desconocer que la diplomacia es útil para el posicionamiento y reconocimiento internacional. Ecuador, si bien no tendrá poder de veto, tendrá que moverse con astucia en las votaciones para mantener esa constante de no alineamiento con  ninguna potencia.

Precisamente, en semanas previas, un grupo de académicos, nos hemos juntado para promover mesas de trabajo y de discusión que permitan aclarar algunas acciones bilaterales que está promoviendo la política exterior ecuatoriana y que podrían resultar contraproducentes. Por ejemplo, la iniciativa propuesta por Estados Unidos, denominada la Ley DAV22083, que es una asociación bilateral entre ambos países y que contiene cooperación en muchas materias, comercial, migratoria, entre otras. La entrada en vigencia podría generar tensión con aliados comerciales estratégicos del Ecuador como es China y trabar la misma intención de celebrar un tratado de libre comercio con dicho país.

Ahora, más que nunca, Ecuador deberá gestionar su dimensión geopolítica de país pequeño, que históricamente ha respondido a los compromisos de velar por los derechos humanos y la seguridad mundial dentro el CS, sin comprometer las buenas relaciones con las grandes potencias.