César Ulloa
Más allá del resultado del juicio político en contra del presidente Guillermo Lasso, la situación seguirá el curso de la complejidad, si la población en su conjunto no apuntala un acuerdo nacional en lo esencial. ¿Qué es lo más urgente e impostergable? La inseguridad creciente, el desempleo insultante, la corrupción rampante y su correlato, la cínica impunidad. No esperemos a que nos pateen en el suelo para cambiar la orientación y la actitud; caso contrario, el despeñadero está más cerca y sin contemplaciones. El pacto social es herramienta, medio y también fin.
La principal lucha es contra el terror (ismo), aupado entre las bandas criminales con la complicidad de cierta clase política, que no da paso a las reformas que se requieren para extinguirlas, otra que se queda callada y timorata, pero que espera el sueldo y la última que se queja y nunca propone, solo se queja. La ciudadanía está harta del circo y la ignorancia atrevida de los improvisados representantes. La población quiere paz, anhela una convivencia que garantice plena movilidad, desarrollo normal de actividades, disfrute del espacio público, tomar el transporte sin sobresaltos, caminar sin esquivar obstáculos, regresar a casa sin incertidumbre. Es el momento de la concertación. No nos puede comer vivos la inseguridad.
Un acuerdo social amplio permitiría crear las condiciones para la generación de empleo, la estabilidad política y el mejoramiento de la autoestima tan venida a menos. La experiencia de varios países como Chile nos sirve de respaldo para trazar la ruta del diálogo y una propuesta de país a mediano y largo plazos. ¿Quiénes deben acudir? Todos los partidos con representación, los sectores empresariales, las universidades, los gremios, las iglesias, las organizaciones de la sociedad civil. Es el momento de demostrar madurez y salir del infantilismo depredador del ‘todos contra todos’ que ha definido, lamentablemente, la vida política y económica del Ecuador. ¡Hagámoslo! Nunca será tarde para enmendar y girar.