Del aluvión y otros demonios

Las imágenes son impactantes. Aterradoras. En videos se evidencia la impotencia humana frente a un fenómeno natural. Pero, lastimosamente, no es la primera vez que ocurre en Quito y tampoco será la última; especialmente si no se toman las respectivas medidas correctivas y preventivas.

En ese mismo sector, en 1975, ocurrió un aluvión desde la quebrada de Pambachupa que llegó hasta el barrio de La Mariscal. A su pasó se cobró la vida de dos personas y dejó aparatosos daños materiales. En 1983 la zona afectada fue la de El Condado. También hubo muertos.

Y fue hace tan solo tres años que la zona del Pinar Alto se declaró en emergencia. Un aluvión arrastró vehículos y ocasionó daños en las viviendas del sector. En ese caso se responsabilizó a la tala indiscriminada de árboles y al taponamiento de quebradas.

Curiosamente, 2019 fue el año de las elecciones seccionales. De hecho, seis días después de lo ocurrido en El Pinar, Jorge Yunda ganó en las urnas. ¡No! No estoy responsabilizando exclusivamente al exacalde de lo ocurrido, como tampoco responsabilizo al actual. Responsabilizo a todas las administraciones municipales que borran la página y siguen como si nada hubiese ocurrido.

Sí. La lluvia excesiva provoca aluviones. Pero su magnitud depende de un sinnúmero de factores; entre ellos la responsabilidad ciudadana de no botar basura a las calles, de no arrojar escombros a las quebradas. También de las administraciones que legalizan barrios a cambio de votos, en zonas de altísimo riesgo. Hay responsabilidad entre instituciones municipales que no se articulan, que trabajan para corregir y no para prevenir.

Ahora, mientras sigue activo el operativo de rescate, la responsabilidad aún no se asume. Y como diría Luis Miguel, “no culpes a la lluvia”. Las precipitaciones van a seguir, lo importante es saber qué se va a hacer para prevenir que ocurra otra catástrofe.