Decodifiquemos el debate

Ana Changuín Vélez

El reciente debate presidencial en Ecuador, con sus cinco ejes temáticos y la participación de siete de ocho candidatos, ha captado la atención de millones de ciudadanos. Este evento adquiere particular relevancia debido a que una democracia que aspira a su plena realización depende en gran medida de contar con electores debidamente informados y con un nivel adecuado de conocimiento. A medida que nos acercamos al día de las elecciones, resulta crucial reflexionar no solamente sobre quién resultó vencedor en el debate, sino también sobre cómo la información compartida contribuye de manera sustancial a los fundamentos que moldearán las decisiones electorales del próximo domingo.

El formato importa, y si bien hubo variaciones desde las elecciones de 2021 —cuando se determinó al debate como obligatorio— no se incluyó un bloque de preguntas para responder con sí o no, que obliguen a los candidatos a establecer posiciones concretas en temas de seguridad, institucionalidad, reformas a la Constitución, el Cpccs o de inversión extranjera.

En un mundo donde las redes sociales desempeñan un papel crucial, los debates se convierten en productos híbridos que se consumen a doble pantalla: mientras los candidatos se enfrentan en la arena del set de televisión, los espectadores interactúan y comentan en plataformas como Twitter, Facebook y TikTok. Las intervenciones impactantes o ‘frases punch’, tienen un rol significativo en este escenario digital. Estas declaraciones se convierten en el primer material que se comparte en las redes, formal o en memes, generando un efecto multiplicador que puede influir en la intención de voto.

Otro elemento es el famoso ‘ganador del debate’, y esto se extrae con el análisis de los líderes de opinión y medios de comunicación. Si bien se trata de elecciones flash con tiempos acelerados, el ranking de las participaciones ayuda a ubicar las posturas de los presidenciables y determinar ciertas preferencias finales de las personas. Incluso quienes no vieron el evento se informarán y comentarán sobre lo sucedido en el debate.

Estudios de elecciones presidenciales en Estados Unidos revelaron que apenas un porcentaje limitado de espectadores cambió su preferencia después del debate. Sin embargo, el valor de la información proporcionada es innegable, porque estos eventos permiten que los votantes evalúen las posturas y propuestas, reforzando la base democrática de la toma de decisiones.

Está claro que durante un debate los candidatos muestran características de su personalidad y también su estilo de liderazgo, no solo en su forma de expresarse, sino también en las interacciones con los participantes. Se trata de un balance de carácter y propuestas que debe trascender la competencia de discursos, y pasar a convertirse en esa ventana hacia las perspectivas y liderazgo de los candidatos; la oportunidad para que los votantes conecten sus valores con las propuestas políticas.