Debemos prepararnos para El Niño

Milica Pandzic

Las probabilidades de sufrir el fenómeno climático de El Niño en Ecuador para este año 2023, son mayores al 80%, con una probabilidad similar a que el mismo se extienda hasta el año 2024. Los ecuatorianos conocemos de primera mano el impacto negativo que El Niño puede llegar a tener en nuestro país, no solo en pérdidas económicas sino en pérdidas humanas, lo que nos obliga a estar integralmente preparados.

En 1997-1998, El Niño no solo representó miles de millones de dólares en pérdidas para Ecuador, sino que además cobró la vida de al menos 286 personas, dejó alrededor de 30.000 personas sin hogar y miles temporalmente sin trabajo. También causó un aumento en el costo de vida, un incremento en enfermedades como dengue, malaria, leptospirosis y cólera, entre otros impactos.

La paradoja de esta situación, según estudios, es que, a pesar de que las autoridades conocían desde inicios de 1997 que el país iba a enfrentar este fenómeno, de que ya existían lecciones aprendidas de El Niño de 1982-1983 y de que se habían establecido planes de contingencia y reconstrucción con un presupuesto asignado de alrededor de $318 millones, estas iniciativas y planes resultaron insuficientes.

Existe mucha literatura respecto a lo que sucedió en El Niño de 1997-1998, y lo que pudo haberse hecho mejor. Se destaca la necesidad de identificar los distintos tipos de riesgos y vulnerabilidades en las áreas que serán afectadas por el fenómeno, incluyendo deficiencias en infraestructura, condiciones socioeconómicas, riesgos para la salud, entre otros; para así identificar las poblaciones más vulnerables y expuestas, y establecer acciones adecuadas para prevenir y/o mitigar el impacto en ellas, contando con un presupuesto suficiente para implementarlas. Estos meses son claves para realizar estos análisis y para construir estas capacidades.