El nacionalismo pasó de moda

Daniel Márquez Soares

El libro ‘Guillermo Rodríguez Lara: Testimonio de vida y del nacionalismo revolucionario’ constituye una oportuna visita a un Ecuador que desapareció. En una serie de extensas entrevistas con el historiador Enrique Ayala Mora, el exdictador narra en detalle su vida y lleva a cabo una bien argumentada defensa de su periodo de gobierno, cuando el país experimentó un crecimiento económico nunca antes visto.

Llama la atención en el libro el protagonismo de una idea que fue esencial en el régimen de Rodríguez Lara y que este continúa enarbolando como una virtud de aquel período: el nacionalismo. Se aspiraba a que el país alcanzara paulatinamente, valiéndose de sus propios recursos naturales y humanos, una base industrial propia que le permitiera efectiva independencia y autonomía. La idea de desarrollo estaba irremediablemente atada a la de autosuficiencia y soberanía. No se trataba de una idea única ni original del Ecuador. Muchos países de la región se sumergieron también en ella. El principal fue, sin duda, Argentina, y tuvo un importante efecto en la filosofía de Rodríguez Lara. Estudió en dicho país en la época de oro del nacionalismo peronista —recibió el diploma de mejor graduado del mismísimo general Juan Domingo Perón—, y lo que vio dejó una positiva impresión en él.

Llama la atención la profundidad del cambio que, en ese sentido, ha experimentado el país desde entonces. Hoy, el nacionalismo ya no forma parte de las ideas en debate, ni siquiera de la terminología, en nuestra política. Pese a que la transferencia de tecnología y conocimiento ha sido más fácil que nunca antes, desde hace más de tres décadas, en nombre de ideas como las ‘ventajas competitivas’, los ecuatorianos ya no buscamos capacidades, sino apenas bienestar, la mejor posición posible en ese mercado mundial hipotéticamente pacífico y superabundante. El problema es que, objetivamente, la globalización está retrocediendo y episodios recientes —como la pandemia o la guerra de Ucrania— nos han alertado sobre el riesgo de depender de proveedores internacionales hasta para las cuestiones más fundamentales, como alimento o industria básica. Quizás es oportuno rescatar, para las próximas décadas, algo del nacionalismo de Rodríguez Lara.