¿Cuántos gobiernos hay en Ecuador?

Alejandro Querejeta Barceló
Alejandro Querejeta Barceló

Pareciera que más de uno cuando, además del instalado en el Palacio de Carondelet, otro se dispone, cuando lo considera oportuno, paralizar el país. Los votos de los ciudadanos en las urnas, para estos últimos, no cuentan. Es una anomalía que arrastramos a lo largo de nuestra historia, dados los odios y resentimientos acumulados. Por tanto, va más allá del escenario de anticorreístas contra correístas al uso.

Esa palabra, ‘ciudadanos’, brilla por su ausencia en el discurso político de hoy, quizás por una pobre convivencia democrática. ¿Cómo interpretar correctamente esta ‘bipolaridad’ en el manejo de los destinos de la ciudadanía? Entre nosotros no es tema para politólogos o sociólogos, sino de psiquiatras. Se busca, mediante una aberrante manipulación populista movilizar simpatizantes y desmovilizar a los del otro. ¿Cuántos presidentes tenemos?

El uno y el otro dicen hablar en nombre del pueblo. Se comienza a sentir que tenemos poco margen de acción política, pues el objetivo desde ambos bandos es polarizar a la sociedad, lanzando afirmaciones que generan dudas y confusión. Muy a menudo nos cuesta ver el real lado positivo de las estrategias de salida de la irresuelta crisis socioeconómica que nos abruma a todos los ciudadanos; es decir, a los que acatamos la Constitución y las leyes vigentes.

En un país en que la falta de consenso es el consenso habitual, esta polarización del poder conduce a un callejón sin salida. Las teorías conspirativas para hacer comprensible lo incomprensible están sobre la mesa de la política criolla. Generan conjeturas en las que lo real se mezcla con lo inventado. Estas “teorías” sólo son un irresponsable ejercicio retórico de una demagogia llena de claves, citas, referencias, contextos e interpretaciones.

Las conclusiones vienen primero; la dura y concreta realidad, después. Esta situación ha creado una ‘realidad paralela’ que exclusivamente sirve para alentar la existencia de una comunidad de creyentes inmunes a cualquier tipo de refutación, por más que se esgrimen hechos y se utilice la lógica. Amplifican el ruido, fragmentan intereses y distraen a la opinión ciudadana. Es triste ver que quien fue elegido por mayoría de votantes se encuentre “secuestrado” de esa manera.

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