Crónica de un magnicidio

José Alvear

Las balas que asesinaron a la democracia sonaron a las 6 de la tarde de un miércoles cualquiera, acabaron con la vida de un candidato a la presidencia de la República. Lo que hemos vivido en las últimas semanas representa un atentado directo contra la democracia.

La voz y el voto del pueblo están desdibujados y vulnerados por quienes a punta de sangre, pánico y caos pretenden imponer sus reglas. El Ecuador se volvió tierra de nadie. Pasan los días y vemos a la casta de viejos políticos, representada en sus candidatos, haciendo feria para subir en las encuestas. Al final es lo único que los mueve, la cuenta regresiva para ‘el gran día’.

Algunos incluso tuvieron la osadía de asistir al velorio, del que fueron expulsados y otros de llamar,  de forma hipócrita y muy poco útil, a un supuesta ‘unidad’. No escatiman esfuerzos para llegar al sentimiento del elector, lo que sea por llegar al poder. Mientras tanto el país se desangra, la democracia muere a manos de quienes ostentan el poder, pero no logran controlar la ola de violencia. Su ineptitud cobra vidas.

Es hora de actuar. Es urgente aplicar medidas de shock, endurecer las penas para los delincuentes, establecer la pena de muerte para sicarios, secuestradores y pedófilos. Es momento de trabajar en soluciones tangibles para la sociedad civil que exige volver a la calma.

La ola de asesinatos contra políticos, candidatos y autoridades no se detiene. Todos ellos se suman a la estadística de los 40 homicidios intencionales por cada 100 mil habitantes. Al final, para las autoridades son un número más.

El gobierno decretó luto por tres días tras el asesinato de Villavicencio, un simbolismo que debió realizarse en memoria de las cerca de 4.000 víctimas que se han contabilizado en lo que va del 2023.

El poder de cambiar esta realidad está en manos de los votantes este próximo 20 de agosto. Castiguemos a los que quieren ganar a punta de amenazas, odio y venganza. ¡Debemos mantenerlos lejos del poder para siempre!

Es urgente reconstruir, sanar y fortalecer la democracia. Es fundamental establecer políticas públicas que nos permitan el retorno a la libertad de caminar tranquilos por las calles de nuestro país. ¡Viva la paz, viva la democracia y viva la libertad!