Crítica de los críticos

Al grito de “Aquí en cuatro meses no ha pasado nada” parece que quieren gobernar dos partidos políticos (el tercero es el socialista, un fantasma),  asambleístas correosos,  correístas desprestigiados y desempleados, grupos indígenas preincaicos, agricultores, transportistas, analistas políticos, las poderosas redes sociales, todos menos el presidente Lasso,  a quien por ley corresponde guiar y administrar el país, frente a una crisis económica, sanitaria, de inseguridad, de quiebra ética.

Desde luego las soluciones que surgen de tales críticas es que el gobierno comete errores,  como intentar  financiar el presupuesto sin impuestos y reformas tributarias, negociar con el Fondo Monetario Internacional, fomentar empleos sin reformas legales; es decir, una “fanesca” de supuestas debilidades. Soluciones las dan pocos y son precisamente las rechazadas: fomentar inversiones, disminuir la burocracia, eliminar el déficit fiscal. Soluciones que suponen riesgos, costos políticos. Más fácil es no hacer nada, como aspiran los bohemios, los poetas que nadie lee y  los muertos,  ilustres  marxistas.

Los mayores críticos son  los que gobernaron los nefastos últimos 14 años, muchos de ellos  siguen mandando desde la Asamblea, alcaldías y prefecturas. Los intelectuales “progresistas” como siempre se inclinan ante las angustias del soberano (el pueblo), pero desde los escritorios con sus exigencias de que todo  debe cambiar, desaparecer la desigualdad, imperar la justicia, cuando sin necesidad de tales discursos el mundo cambia por el incontenible desarrollo del inteligencia humana.

Frente al desastre de Cuba, el “Gabo” rindió honores a Fidel; Maradona, el Libertador del fútbol aburrido, aplaudió y abrazó a Maduro. Y  M. Vargas Llosas fue anatemizado por no haber coincidido con el engañoso populismo. Hace años J. P. Sartre cerró los ojos ante el desastre de los países comunistas para seguir siendo adorado por la cómoda juventud de Paris y el mundo.

En el Ecuador con tantas rigurosas exigencias, sin menospreciar su justificación, debemos hacer “crítica de la crítica”, como decía, de Chile, Jorge Edwards.