Consulta popular

Consulta popular: ¿para qué y quiénes la proponen? Primero: ninguna consulta cambia la vida de un momento a otro, sin embargo, traza un camino a mediano y largo plazos en temas fundamentales si hay sintonía con las demandas de la población. Segundo: no es recomendable agotar este recurso y más bien, se debe crear el ambiente propicio para lanzar la iniciativa. Terceo: es determinante quién la propone, su capital político y, sobre todo, hacia dónde apunta. Cuarto: no es igual que proponga el Ejecutivo a que lo haga, la ciudadanía. El dato: el país que cuenta con el mayor número de iniciativas ciudadanas de consulta popular es Uruguay y el que menos, Ecuador.

Una consulta puede destrabar la toma de decisiones acerca de temas gravitantes, en la medida que la población defina su postura y que, además, el porcentaje que no está de acuerdo acepte los resultados como parte del mecanismo democrático, caso contario se puede caer en la tiranía de las mayorías. En este sentido, la consulta tiene una doble dimensión: el papel que juega quién la propone y su relación con el electorado, y el contexto en la cual se lanza la propuesta. Detrás de esta iniciativa hay un sinnúmero de variables en juego y análisis.

En nuestro país, aunque suene agotado y reiterativo, los resultados de cualquier consulta popular están condicionados por la aceptación del proponente, en este caso, del Ejecutivo. Entonces, las consultas han sido plebiscitos y por eso se recomienda que los presidentes hagan uso de esta carta cuando atraviesan el mejor momento de legitimidad, es decir, al inicio de su mandato. ¿Puede ganar una consulta/plebiscito un gobernante con cifras en rojo de aceptación y credibilidad? Lo extraordinario es que un presidente con pocas posibilidades de ganar en estas condiciones acoja las preguntas que sí interesan a la población. En otras palabras, que sepa escuchar y actuar.

La propuesta ideal es que una consulta popular provenga de la ciudadanía, sobre todo en un contexto donde la crisis institucional no puede ser más severa. La ciudadanía es lo único que nos queda.