Cenizas

Pablo Escandón Montenegro

Sobre este elemento que queda luego de una fogata o una buena combustión, que son los restos del combustible y el comburente, hay sinnúmero de canciones.

El bolero ‘Solo cenizas hallarás’ es la historia de una pareja que vio su amor terminar por decisión de uno de ellos  y al volver a pedir que el amor vuelva a ser el mismo, solo hay cenizas de ese combustible que una vez fue el amor.

Raúl Pérez Torres hizo un cuento premiadísimo con el motivo de este bolero, en donde el narrador le cuenta a Patitas, el personaje confidente, acerca de todo lo que sufrió por su amor no correspondido. También existe una novela del dominicano Pedro Vergés, que es un melodrama en varios capítulos con el mismo tema del desamor y la incapacidad de ser correspondidos.

Las cenizas son un buen motivo para hablar del fuego del amor, del fuego pasional o del fuego sagrado, como lo cantaron Charly García y Luis Alberto Spinetta en ‘Rezo por vos’; pero en esta canción no hay cenizas , pues lo sagrado es imperceptible y no deja rastro: allí radica el misterio  el dogma.

Pero es David Bowie, quien mejor puede expresar lo que queda luego de una combustión terrenal, profana y humana. Luego del resplandor que tiene el mundo, las cenizas vuelven a las cenizas, el temor al hedor y todo va de mal en peor, pues el planeta, desde la altura era maravilloso y cuando se llega al suelo, se presenta la desgracia y la miseria del ser humano.

La canción ‘Ashes to ashes’ (cenizas a las cenizas) cuenta la historia del MayorTom, ese que estuvo en el espacio y fue un héroe, y de quien en Space Oddity, solo se sabe que dio una paseo espacial y se quedó allí, mirando al planeta azul… Pero que en esta nueva aventura es un drogadicto, que bajó del éter y ahora necesita drogas para estar en órbita y poder regresar a su paseo espacial.

Las “cenizas a las cenizas, del temor al hedor, de mal en peor” es un estribillo que remite, además, a estar en el destello de la sobriedad, que brillemos y no volvamos a ser cenizas que hieden…

Las cenizas tienen múltiples significados. Y quien quiera usarlas el día de hoy, bien puede ponérsela en la frente, leer un cuento de desamor, o escuchar a Bowie con esos teclados estelares que semejan a chirridos que estrujan el alma cuando uno toma las cenizas entre las yemas de los dedos.

Somos cenizas de un bello resplandor, pues con cada día volvemos a refulgir y a consumirnos; somos cenizas del día anterior y de ellas nacemos, como el ave Fénix; somos como Ícaro, que volamos al sol y caemos constantemente. Y las cenizas que dejamos en cada vuelo son el rastro de nuestra experiencia, buena o mala.