Catástrofe final

Franklin Barriga López

En el Boletín de Científicos Atómicos de la Universidad de Chicago se mantiene, desde 1947, el Reloj del Juicio Final o del Apocalipsis. Este artefacto simbólico marca el ritmo de la manera en que se desenvuelve la especie humana, que tendrá total destrucción una vez que los punteros marquen medianoche: el momento de la Tercera Guerra Mundial, que será nuclear.

Los temores que hubo en la Guerra Fría a este respecto bajaron de intensidad a raíz de la firma del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, suscrito, en 1988, entre Ronald Reagan y Mijail Gorbachov. Un año después cayó el Muro de Berlín, luego se produjo, el 25 de diciembre de 1991, la desintegración oficial de la URSS, con lo cual surgió un nuevo orden mundial.

Actualmente, a  consecuencia de la guerra que desde el 24 de febrero de 2022 mantienen Rusia y Ucrania y en donde existe el peligro de que escale a proporciones indeseables, con la participación de los bandos que van definiéndose, el minutero y el segundero de este reloj han comenzado a moverse de manera no usual, advirtiendo, con ello, el riesgo de la catástrofe definitiva que  se produciría al desatarse un enfrentamiento del tipo que se teme entre potencias que tienen en sus arsenales armas de aniquilación masiva.

Las tensiones se han incrementado debido a que se suspendió la participación rusa en el tratado que impide la proliferación de armas nucleares, que anunció hace pocos días Vladimir Putin, como también el despliegue de armas de este tipo a Bielorrusia. La ONU acaba de advertir que los riesgos nucleares son alarmantemente altos.

La racionalidad de la especie exige que no vaya el ser humano hacia el abismo, el de la general catástrofe, por ello se ha vuelto a recordar la premonición de Albert Einstein en el sentido de que la Cuarta Guerra Mundial será con palos y piedras.