Catar 2022: fútbol, economía, política y derechos humanos

Ugo Stornaiolo

Rueda el balón. Los rumores, desmentidos y aclaraciones en Catar desde que este emirato árabe (hasta los años sesenta un desierto con beduinos en camellos y viviendo en tiendas) encontró en sus territorios y mar reservas inagotables de petróleo y gas natural y con todo ese dinero pudo comprar conciencias en la FIFA para lograrlo.

No solo eso. Los jeques del país tienen mala reputación en derechos humanos, explotación laboral y persecución a mujeres y grupos minoritarios. La ceremonia inaugural fue una anécdota, ante los anuncios de ausencias de cantantes como Dua Lipa, Rod Stewart o la colombiana Shakira (parecía que cantaría en todos los mundiales) que no aceptaron, pese a varios millones de petrodólares en la mesa.

No suena bien que los jugadores de Irán en su partido frente a Inglaterra (donde fueron goleados) no hayan cantado el himno nacional, mientras seguidores del equipo persa protestaban en las calles tras dos meses de movilizaciones en ese país, poco difundidas en el mundo por el velo informativo, al que se sumaron medios cataríes.

Sorprende la noticia de una mexicana condenada a siete años de cárcel por denunciar que un hombre —casado— la violó. Según las leyes de ese país, si el violador está casado en Catar, la culpa es de la víctima. Inglaterra, Países Bajos y Gales cambiaron a última hora su decisión de jugar con un brazalete arco iris en apoyo a las minorías sexuales, mientras Dinamarca se presentó con uniformes que la marca que los viste ha vetado, porque se niega a mostrar su logotipo en un país que mata gente. Alemania llegó en un avión con el mensaje “la diversidad gana”.

Sonó fea la denuncia de un periodista árabe-estadounidense sobre la presunta compra de ocho jugadores ecuatorianos para que pierdan el encuentro inaugural ante el anfitrión, por la bicoca de $ 7 millones 800 mil. Los goles de Valencia desmintieron felizmente esta falsa noticia …

No se entiende, a menos que sea con mucho dinero (hubo denuncias de sobornos a dirigentes de la FIFA para la designación) cómo es que el organismo mundial del fútbol concedió la sede a una autocracia del golfo Pérsico, del tamaño de Quito y sus valles (tres millones de habitantes, un PIB anual per cápita de $ 70.000, que invirtió USD 220.000 millones) y solo con el 10% de personas nacidas en ese país. Catar no ha jugado mundiales y no tiene tradición futbolística y el mundial se juega en noviembre por imposición de los jeques. Se creyó que entregarle la sede a la Rusia de Putin en 2018 fue un despropósito. Esto parece peor.