Mentiras fosilizadas

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Carlos Freile

Desde finales del siglo XIX algunos liberales radicales propagaron la mentira de que la Iglesia se opuso a la construcción del ferrocarril “de Alfaro”, lo curioso es que no citaron ninguna fuente eclesiástica: pastorales, sermones, proclamas, ni el nombre de quienes habrían sostenido tal rechazo. Lo cierto es que no es verdad; de hecho el primer ferrocarril público de Italia lo construyó el papa Pío IX en los Estados Pontificios (hubo dos privados construidos antes por los reyes de Nápoles y los archiduques de Austria ). En nuestro país el iniciador del ferrocarril fue el presidente católico Gabriel García Moreno. Cuando Alfaro tomó el poder por las armas las rieles llegaban a dos horas a caballo de Sibambe, de esta población se tomaba la carretera, construida también por García Moreno; el viaje de Guayaquil a Quito duraba dos días, aproximadamente, no de diez a quince.

Las medias verdades también se convierten en mentiras: se afirma que los arrieros de Riobamba se opusieron al ferrocarril, pero no se menciona que los dueños de diligencias y los cocheros de Quito también estuvieron en contra. De paso, ¿alguien recuerda que comerciantes adinerados de Cuenca se opusieron con tenacidad a la carretera de esa ciudad a Naranjal, también iniciada por el obscurantista García Moreno?

La oposición al ferrocarril “de Alfaro” no se dio por razones ideológicas, sino por sus condiciones onerosas para el erario nacional. Es sabido que su constructor, Archer Harman, comenzó su intervención con una acción de 100 dólares y finalizó con una fortuna de 6 millones. El tren llegó a Quito en 1908; según el contrato debió hacerlo en 1907, y de no cumplirse el plazo, pasar a propiedad del Estado. Alfaro aceptó la prórroga y no pasó nada. Se tendieron rieles sobre trechos de la carretera Nacional, pero el contratista cobraba como si su empresa hubiera construido los terraplenes, con un largo etcétera. En resumidas cuentas, el Estado ecuatoriano pagó la construcción del ferrocarril, el cual quedó en manos de su constructor.

Los mitos se construyen con mentiras fosilizadas y a pesar de ello continúan con buena salud.