¡Año Nuevo! ¿Vida vieja?

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Carlos Freile

Decía J. Moltmann que “todo inicio rebosa esperanza”, verdad aplicada de manera tradicional al comienzo de un nuevo año: todos sostenemos la ilusión de que vendrán días mejores. Casi siempre caemos en la ingenuidad de esperar sin más, como en un sortilegio o en un capricho del destino. La madurez existencial exige la puesta en práctica de conductas capaces de cambiar la realidad, de lo contrario toda esperanza se diluye en amarga agua de borrajas. Esta noción general se aplica con justeza a la política. Si el próximo año nuestros políticos, en cualquier función en que se hallaren, continúan con las prácticas erróneas de siempre, nos deslizaremos por la pendiente del fracaso definitivo como país.

Los políticos deben (¡DEBEN!) tener siempre presente antes de tomar cualquier decisión que no pasan de ser nuestros mandatarios, les hemos elegido para que busquen el bien común, no el particular, ni propio, ni ajeno. El poder debe estar sujeto a normas rígidas, independientes de los deseos de los funcionarios o servidores públicos de cualquier nivel. Lejos del gobernante el tomar decisiones por revanchismo, enojo, o venganza personales; o de hacerlo para proteger intereses focalizados en lugares o parentelas. Lejos de los asambleístas el emplear su tiempo en proteger a acusados de delitos en lugar de legislar para elevar el nivel de vida de las mayorías.

Los ciudadanos buscamos honestidad y decencia, claridad en el manejo de los fondos públicos pero también en las palabras, en las promesas, en los acuerdos. Un pacto político entre personas elegidas en votación popular nunca debe quedar oculto, conocido solo por los protagonistas: el mandatario debe ser como la mujer del César, alejar de sí la más leve sombra de atisbo de sospecha sobre su conducta. Este es el Talón de Aquiles de la democracia: que elegimos a quienes nos gobiernen pero en la práctica no tenemos ningún control sobre sus acciones, porque quienes debían en nuestro nombre tomar ese deber se olvidan y buscan sus beneficios en componendas vergonzosas y repudiables.

Comenzamos un año nuevo, ¿los políticos seguirán con sus viejas mañas como la zorra?