César Ulloa
La primera función del Estado es la última en credibilidad. Por tanto, la aceptación y el respeto desaparecieron por sobradas razones. Apenas tres de cada 10 ciudadanos aprueban lo que ahí sucede. Las causas hay por montones y las consecuencias más inmediatas son el descalabro institucional y la desidia de la población. Esto ocurre a puertas de elegir las nuevas autoridades para los próximos dos años; sin embargo, hay una particularidad: esta Asamblea es la peor calificada desde la transición a la democracia, allá por los años de 1979. Entre los hechos públicos se pueden mencionar, las novatadas de los legisladores, la exacerbación del arribismo y la obscena pedantería. Lo principal, escasez de argumentos.
En general, las asambleas, parlamentos y congresos son antesala para candidaturas presidenciales, pero acá sucede lo contario, pues en este espacio muy ecuatoriano, no se han evidenciado cuadros que puedan pasar a las ligas mayores. Es un secreto a voces que las posibilidades de reelección para muchos y muchas está ya descartada. Será debut y despedida. ¿En qué momento se denigró tanto la Asamblea? En el momento que los partidos políticos se convirtieron en cualquier cosa, es decir, son los no-partidos. Por fuera quedó el debate, los tanques de pensamiento, la democracia interna. El salto al vacío fue el mercadeo electoral, el maquillaje, los talentos de pantalla y los figuretis, entre otras especies.
La elección de las autoridades nos dará la medida de cómo va el juicio político y la consecuente votación. El termómetro es claro y no hay para qué darse más vueltas. Tres escenarios: desmontar la oposición, pero a qué costo; lograr una configuración política que se deje de tonterías y trabaje en acuerdos nacionales y el último, que se vayan los congresistas a sus casas por efecto de la muerte cruzada. El último escenario se pasea todo el tiempo, pero parece que hasta perdió condumio debido a la misma descomposición de la acción política. La restauración de la imagen de la Asamblea solo se logrará con hechos que coadyuven a la calidad de vida de la gente.