Arenas, ese gran olvidado

Pablo Escandón Montenegro

Hace 32 años, Reinaldo Arenas escribía sus últimas líneas; y no eran de ficción, ni poesía, menos aún de ensayo o de cuento. Era la despedida de un ser atormentado, vencido y enfurecido con la realidad, con ese mundo que nunca lo entendió ni lo aceptó.

En Nueva York, a los 47 años, el VIH, el exilio, la segregación y todas las tribulaciones, torturas y desprecios por las que pudo pasar una persona que luchaba por su libertad fueron las causas de una decisión para dejar este mundo y pasar a ser un mito de la literatura mundial y confirmar su inclusión en el listado de los autores más importantes en lengua española de este siglo.

En ‘Antes que anochezca’ el propio Arenas cuenta su vida atribulada por Batista, por Castro, por ser homosexual, por ser un autodidacta, por ser un ‘disidente’. Esta autobiografía fue llevada al cine e interpretada por Javier Bardem.

‘El mundo alucinante’ es una de las novelas más prodigiosas, bellas y sorprendentes que existe en lengua española. La vida de Fray Servando Teresa de Mier es una de las odiseas mejor narradas en un estilo de realismo mágico, que conversa con muchas novelas fantásticas como ‘El barón Munchausen’.

Su libro de cuentos ‘Termina el desfile’ es una colección perfecta de narrativa breve, con la repetición de narradores de sus otras novelas como ‘Otra vez el mar’ o ‘Celestino antes del alba’.

Arenas, aún después de muerto, sigue viviendo la exclusión, pues las academias no le han reconocido su valía entre los hitos innovadores de la literatura latinoamericana, y muchos currículos de las escuelas de letras y las maestrías de literatura lo han ignorado. Pero realmente los ignorantes son aquellos que siguen discriminando los libros de Arenas, pues en su poesía y novelística se puede aprender acerca de estructura poética o de poesía en prosa completamente diferente a como la hemos leído.

Reinaldo Arenas culpó de su muerte a Fidel Castro, pero también fueron culpables la sociedad estadounidense que lo excluyó por cubano y homosexual, y los propios cubanos en el exilio que nunca lo integraron a su comunidad.

En el prólogo del poemario ‘Voluntad de vivir manifestándose’ Arenas dice que ha contemplado el infierno, “la única porción de realidad que me ha tocado vivir, con ojos familiares; no sin satisfacción lo he vivido y cantado. Así lo haré hasta el final del comienzo. Solo me arrepiento de lo que no he hecho. Hasta última hora la ecuanimidad y el ritmo”.

El infierno siempre está entre nosotros, como dice Sartre, y así mismo sigue viviendo Reinaldo, entre los olvidos y exclusiones de otros diablos.